5 OCTUBRE 2018

UN VIAJE LEJANO, nada menos que a China (5) … Nuestra comitiva estaba formada por este orden: primero el móvil de Felipe, luego el propio Felipe, que le seguía a medio metro de distancia, luego Naty y luego yo, que me entretenía mucho evaluando si había fotos alrededor o no, y casi en ningún momento las hubo. Decidimos vacilar un poco a Felipe, jugando a perdernos: reteníamos la marcha, y nos dedicábamos a fotografiar sin fe, por entretenernos. Después de un rato, en el que Felipe había seguido encarnizadamente a su móvil, nos perdía, claro, y volvía entre la muchedumbre, apuradamente sobre sus pasos hasta encontrarnos. Pero, un instante después, seguía con lo suyo. Después de la insulsa experiencia, nos condujo a visitar el Templo del Cielo. Una gran cúpula en un edificio de origen religioso. Fotografiamos un poco, pero tampoco conseguimos motivarnos demasiado. Luego, restaurante chino (para olvidar) y después al hotel. Un rato de descanso y paseo por la zona peatonal. Aliviados, porque habíamos perdido de vista a Felipe y su móvil, nos adentramos por un mercado popular donde vendían, sobre todo, comida típica de allí: insectos fritos, patas de un animal sin identificar asadas o cocidas (no me acuerdo), caldos grises en los que se adivinaban tropezones como patas de gallina nadando entre dos aguas que de vez en cuando salían a la superficie y cosas así. Nada nos resultó apetecible. A las nueve volvimos al hotel, cenamos y nos retiramos a la habitación. Lo peor estaba por llegar para mí: a la una me desperté y no conseguí volver a dormirme. Cinco horas y media completamente despierto, recapitulando el desafortunado pasado, como siempre hago en estos casos (el pasado me persiguió cruelmente hasta China) …