UN VIAJE LEJANO, nada menos que a China (8) … Después del Palacio de Verano volvimos al hotel. Se me ocurrió, en el colmo de las opciones “creativas” con las que contaba en mi vida de turista en Pekín, cargar la vieja cámara grande con película lenta y utilizar el trípode, sentarnos en un banco de la gran calle peatonal, a la caída de la tarde, y esperar que sucediera algo que pudiera resultar interesante. Eso hicimos. Pero nada sucedió, salvo que comprobamos que los verdaderamente interesantes éramos nosotros para los chinos con inquietudes fotográficas. Se colocaban delante de nosotros y encuadraban descaradamente y fotografiaban. Una mujer, en la cincuentena, nos hizo un reportaje, de vez en cuando nos sonreía con complicidad, como si su indudable diversión, a juzgar por lo encantada que se mostraba, también nos tuviera que divertir a nosotros. Cuando juzgó que ya tenía suficiente material, vino y nos lo enseñó en la pantalla de su cámara digital. Miramos su estúpido e insulso reportaje con una sonrisa boba y nos dijimos nada, qué coño íbamos a decir. Menuda gracia. Claro, como nosotros también fotografiábamos a gente no teníamos más remedio que consentir resignadamente. Otro chino, nos fotografió con el móvil y también nos lo mostró. No contento con eso me pidió mirar por el visor a ver lo que yo estaba encuadrando ¡¡¡qué risa!!! Se partían con nosotros. Nuestra experiencia de toma apenas funcionó. Volvimos al hotel pronto. Me volvió a pasar lo de la noche anterior: a partir de las dos ya no pude volver a dormir; seguía persiguiéndome el pasado que me había seguido desde tan lejos…
8 OCTUBRE 2018
© 2018 pepe fuentes