21 OCTUBRE 2018

UN VIAJE LEJANO, nada menos que a China (21) … martes, siete de agosto. Por la mañana nos trasladamos a Baofeng, donde hicimos un recorrido en barco turístico por un lago, con montañas verticales de piedra y vegetación que lo bordeaba. La maestra de ceremonias del barco debía de ser muy divertida porque los chinos se reían mucho con su actuación. Luego, un pequeño paseo para ver una cascada. Al lado, un estanque de peces rojos, a los que fotografié con ganas. Me encantan los peces en general y, si son rojos y nadan atolondrada e interesadamente (esperan la comida que puedan echarlos desde el borde del estanque), más todavía. Después, visitamos el puente colgado de cristal que recorre cuatrocientos metros entre dos plataformas o mesetas. Debajo, un pequeño río a trescientos metros de distancia. La gracia consistía en que sintieras vértigo a medida que caminaras. A mí no me pasó. La experiencia sólo consistía en eso y en un paisaje grandioso. No pudimos fotografiar porque no permitían llevar equipos fotográficos. Después, comida y regreso al hotel. Tuvimos la tarde libre para no hacer nada de nada, nos encontrábamos lejos del centro de la ciudad y el paseo que intentamos por los alrededores resultó fallido. Cenamos mal en un restaurante sombrío: los platos estaban en un gran expositor rectangular que permitía elegirlos a partir de la impresión que te causaban. A pesar de esa deferencia, la elección fue errónea: una especie de pasta y un arroz frito con verdura, ambos de sabor casi imposible. Estábamos en una fase del viaje muy naturalista y contemplativa, pero nada hedonista. Lo más importante del día, fotográficamente, los peces rojos, con los que pienso hacer un mural de positivos de 50*60 (cuatro imágenes). A las diez de la noche estábamos recluidos en la habitación leyendo…