UN VIAJE LEJANO, nada menos que a China (23) … Una vez arriba, en la montaña de Tianmen, recorrimos bastantes miradores con vistas al valle y a los cortados verticales frente a nosotros. Los paisajes seguían siendo abismales, improbables, impresionantes. Ocultaban más que mostraban. Nos sentíamos bien allí arriba. Los visitantes eran una multitud, todos chinos que desfilaban tranquilos por los estrechos corredores de madera, fotografiándose incesante y locamente. Yo también lo hacía como turista con propósitos, aunque luego, en el momento de seleccionar, he eliminado mucha de la toma por reiterativa y obvia. La sobreabundancia me crea una cierta confusión y hasta un aburrido malestar. Me enfada porque suelo caer en ese vicio, contraviniendo uno de los principios del sabio García Alix: hay que procurar no repetirse. Sentí que había puesto poco en las fotografías que realicé en esas montañas, solo la voluntad de llegar hasta tan lejos, cargar con un peso descomunal que todavía me tiene la espalda dolorida, encuadrar, disparar y continuar caminando para, unos metros más allá, repetir la misma operación. Los miles de turistas con los que compartía la experiencia en la montaña de Tianmen hacían exactamente lo mismo que yo, pero ligeros, sin pesadas sobreactuaciones ni enfáticos propósitos que se pudieran ver…
1 NOVIEMBRE 2018
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