UN VIAJE LEJANO, nada menos que a China (34) … La atmósfera onírica, impresionista, con unos poéticos claroscuros, se mantuvo durante casi toda la travesía. Solo en la parte final el paisaje se hizo algo más prosaico y aprovechamos para comer un menú más que aceptable. Nada más terminar de comer desembarcamos en un pueblo típico de montaña con calles peatonales y tiendas turísticas. Después de un breve paseo, iniciamos el regreso hacia Guilin. La Guilita nos ofreció, en el camino de vuelta, una excursión a una gran montaña desde donde también tendríamos unas magníficas panorámicas. Accedimos encantados porque podríamos fotografiar el río y las montañas desde otro punto de vista, a pesar de que supondría ascender cargado más de cuatrocientos escalones. Llegué a la cumbre al borde de mis fuerzas, extenuado. Mereció la pena porque pude realizar algunas fotografías más de un paisaje único, como no había visto en mi vida. Llegamos de vuelta a Guilin a la caída de la tarde, nos duchamos y acudimos al Iris Bar. Cenamos grandes filetes empanados con patatas y rematamos con una copa de Jack Daniels. Había sido un gran día, quizá el mejor del viaje por el momento…
12 NOVIEMBRE 2018
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