DIGRESIÓN DIECIOCHO (Teatro) 1984, de George Orwell, versión de Javier Sánchez-Collado y Carlos Martínez-Abarca. Intérpretes: Alberto Berzal, Luis Rallo, David Lázaro, Cristina Arranz y algunos otros a través de grabaciones de vídeo. Teatro Galileo, diecisiete de noviembre. La primera parte resultó fatigosa, sin embargo, la última media hora, creció y creció en temperatura dramática hasta llegar a ser un espectáculo brillante, intensamente interpretado por Alberto Berzal. Es sabida la historia y fatal premonición que guarda en su interior esta obra. Ha pasado a ser una referencia en cuanto al tratamiento literario de la alienación humana y el monstruoso ejercicio del poder (casi todos lo son). Ahora, aparte de los ya sufridos por la humanidad (comunismo y nazismo), tan sofisticados pero a fin de cuentas tan elementales, los mecanismos de manipulación se están metamorfoseando hasta extremos delirantes con las nuevas tecnologías o, dicho de otro modo, con las dichosas redes sociales, tan engañosamente democráticas. La diferencia reside, me parece, en que mientras antes eran oscuros poderes omnímodos contra los que se podía luchar (1984), ahora es la población la que ejerce el poder y control sobre sí misma, en una especie de tótum revolútum donde todo el mundo controla a todo el mundo, una especie de caos de todos contra todos. Con apariencia de ejercicio hiper democrático, lo que verdaderamente subyace es que los grandes hermanos orwelianos somos todos, como víctimas y verdugos. Ahora se cumplen las premisas vaticinadas por Orwell: “la libertad es la esclavitud. La guerra es la paz. La ignorancia es la fuerza”. Quiénes son los auténticos beneficiados de este estado de cosas: los de siempre, sin duda, pero disfrazados. En cuanto a la representación, como he dicho antes, hay una primera fase introductoria excesivamente larga y tediosa, por reiterativa; y una parte final donde los tortuosos y torturantes mecanismos de manipulación se concretan en la destrucción total del individuo, del ciudadano que pretendía ejercer una libertad absolutamente prohibida. A pesar de la obviedad, la escenificación fue interesante y estuvo muy bien interpretada.
18 DICIEMBRE 2018
© 2017 pepe fuentes