31 DICIEMBRE 2018

© 2018 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2018
Localizacion
Toledo, (España)
Soporte de imagen
-120 ILFORD SFX 200
Fecha de diario
2018-12-31
Referencia
8158

UN  CUENTECITO DE CALENDARIO (el de todos los años).
Sí, el de fin de año, hoy (y mañana el de comienzo del próximo). En algún momento, inevitablemente, uno de estos cuentecitos será el último.  Puede que me canse de esta manía, o tal vez que me muera súbitamente; o que me suicide, también súbitamente. O que el mundo se acabe de una jodida vez, de pronto. Me pregunto si realmente hace falta un mundo como éste. No me contesto. O cualquier tipo de mundo posible. Tampoco me contesto. Todo el mundo felicita a todo el mundo en un día como hoy, o más bien en una noche como la de hoy. Oscura, muy oscura estará la noche, aunque yo, mientras el mundo cambia de tiempo y lugar, me constituiré en luminoso motivo navideño y esperaré a que todo esto acabe. Sí, todo el mundo se felicitará como si todo estuviera bien y el tiempo por venir, por sí solo, fuera suficiente para redimirnos. Sí, a veces lo es, cuando se goza con una obra de arte, o con una buena comida, o con un buen sexo; o mandando a otros seres humanos, si ocupas un lugar por encima de lo que te corresponde en la natural cadena de mando (si estás a tu natural altura nunca mandas a nadie, yo, por ejemplo, nunca lo he hecho). Pero, el lado ingrato de todos los que hemos alcanzado ese alto grado de perfección (no tener mando sobre nada ni nadie), es que hemos tenido que obedecer toda la puta vida a algunos otros que eran notoriamente deficientes o, dicho de otro modo, perfectos gilipollas (esa condición es inherente al mando). Creo que me estoy perdiendo por los cerros de Úbeda, o por los de mi ciudad, que los tengo más a mano. Pues no, no voy a felicitar el año absolutamente a nadie, aunque sí seguiré escribiendo estos cuentecitos para darme noticia de que aún respiro y al mundo de que sigo existiendo, a pesar de que al mundo le importe una mierda. Dedico esta digresión festiva, ilustrada con un viejo iluminado por la dicha navideña (que no por la sabiduría), a los que vean y hasta lean este cuentecito (que serán pocos) y que, sin ninguna sombra de duda, serán los más inteligentes del mundo. No tenemos por qué sentir miedo de nada porque tenemos reservada la paz, aunque de la felicidad no tengamos noticias. Ya lo dice Michel Houellebecq: No hay que temerle a la felicidad: no existe”. No está mal el asunto después de todo. A fin de cuentas, si seguimos respirando, aunque la atmósfera sea irrespirable, es porque no nos da la gana quedarnos a oscuras todavía, porque apagar las dichosas lucecitas siempre estará al alcance de seres lúcidos como nosotros, con un decidido y sencillo gesto… Mucha suerte para todos y besos solo para los que me importan…

Pepe Fuentes ·