DIGRESIÓN OCHO. Los años del miedo. Juan Eslava Galán. (2008). Ebook. Editorial Planeta. “Acabaron los días fáciles y frívolos en que solo se vivía para el presente”. Francisco Franco (19 de mayo de 1939). Ensayo histórico que arranca nada mas terminar la guerra y llega hasta el fin de las cartillas de racionamiento (1952). Trata del hambre, sobre todo, pero también de todo tipo de carencias, de la crueldad, de la miseria, de la indigencia intelectual y cultural a la que se sometió a todo un país. De la humillación de un pueblo y de la aniquilación de unos valores incuestionables como son la ley y la democracia. De la tristísima y oscura manipulación a través de la odiosa represión religiosa. Del insoportable mal gusto impuesto por unos gobernantes fanatizados y nada ilustrados (había cuatro militares en el gobierno). Del miedo que consiguió inocular el sistema a todo un país, a millones de ciudadanos. No solo fue cosa del Gran Dictador (Franquito), sino de los cientos de miles de pequeños dictadorzuelos que actuaron como agentes del sistema, en todos los ámbitos. Uno de los aspectos más terribles de las dictaduras es que se produce una infección transmitida por agentes patógenos que invaden todos los tejidos de la sociedad. Los que ocuparon el poder absoluto, los militares, no fueron los peores porque, aunque tenían las armas y asustaban mucho, estaban ensimismados y acuartelados. Fueron infinitamente peores los políticos y la tela de araña tejida por los innumerables funcionarios del régimen que contaminaron la estructura social a base de corrupción, autoritarismo y miedo. También todos los paniaguados del sistema, pequeños defraudadores, estraperlistas, chivatos, insignificantes miserables que crearon una red de relaciones contaminadas y falaces. Pero ningún colectivo fue comparable en retorcida maldad y capacidad de manipulación al clero y toda su jerarquía. Actuaron en la cultura, en la enseñanza, en la ética y moral social. Inocularon en la conciencia de todo el país el miedo, la culpa, el conformismo, el ciego acatamiento al absurdo, la ruindad, la delación. Extirparon brutalmente a todos cualquier sentido de libertad. Bien es verdad que, por encima de su vocación de sicarios morales en nombre de unos dogmas inauditos, absurdos, estuvo la diabólica astucia de adherirse al mando del Pequeño Gran Dictador (Franquito es un cuquito que solo piensa en lo suyito. General Sanjurjo). Este, a su vez, los utilizó como supremos e hiperactivos agentes a tiempo completo, mientras él se dedicaba a cazar, pescar o a no hacer nada. Me estoy dejando llevar por la rabia y me estoy olvidando de la razón de esta reseña, el tremendo placer que he sentido leyendo ávidamente la amenísima obra de Eslava: bien documentada y una magnífica estructura literaria con personajes que van referenciando, con sus biografías, el discurrir de los hechos en los poco más de diez años que abarca la obra. Novela-ensayo necesaria, vertiginosa, dinámica, entretenida, siempre interesante e impregnada toda ella de un demoledor sentido del humor. La obra acaba poco antes de que yo naciera (todavía no me habían engendrado, aunque mis padres ya tuvieran pensada la innecesaria y nefasta operación). Nací tan solo un año después de que formalmente terminara la era del hambre…
9 ENERO 2019
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