NUEVAS LECTURAS: acabo de empezar Serotonina, de Michel Houellebecq. Es uno de mis autores de cabecera (son aquellos que leo nada más publicar su última obra). Luego la tarde del lunes catorce de enero, cuando comencé, me resultó tremendamente gozosa. Todavía no puedo hacerme una idea de dónde me llevará esta obra pero ahora, día quince por la mañana, estoy encantado y esperando que llegue la tarde, momento del día para la lectura. Detecto las constantes vitales de sus protagonistas como muy cercanas a mi manera de percibir el hecho de vivir. Comienza con la descripción del fármaco que se ocupa de estimular la función neurotransmisora de la Serotonina: “Es un comprimido pequeño, blanco, ovalado, divisible” y, poco después, cuenta el disgusto que le produce su nombre, Florent-Claude, además de otras muchas cosas. No puedo evitar (ni falta que hace), colocarme siempre al lado de los personajes creados por Houellebecq. Puedo tener más o menos sintonía con las extravagantes cosas que suelen hacer, pero tienen toda mi simpatía. Desde el primer momento que comienzan a relatar su experiencia ya me siento amigo de ellos. Me gustaría acompañarlos en sus cosas y en su mundo. No sé si lo que acabo de decir es serio y digno de respeto intelectual, pero eso me da igual, porque lo que me proporciona este autor es placer literario y conformidad existencial y, a fin de cuentas, todo lo demás carece de importancia.
7 FEBRERO 2019
© 2011 pepe fuentes