28 FEBRERO 2019

© 2018 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2018
Localizacion
Toledo, (España)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD PAN F 50
Fecha de diario
2019-02-28
Referencia
8879

DIGRESIÓN DIEZ. La muerte del Comendador y 4 (libro 2). Haruki Murakami (2017). Traducción: Fernando Cordobés y Yoko Ogihara. Tusquets Editores. Ebook (2019). Al final, decepción. Se confirman los peores matices enunciados por Javier Aparicio Maydeu (en el momento de la publicación del primer volumen): “Murakami es magnético pero es deleble. Insólito pero no original. Convierte en inusitado lo convencional, y en él es ya previsible lo imprevisible. Es brillante pero artificioso. Tan aclamado como esclavo de su estilo”. A lo largo de las tres cuartas partes de esta segunda entrega, la acción se va fraguando en torno a líneas de desarrollo posibles, todas ellas misteriosas e imprevisibles; y sí, Murakami nos lleva lejos, con momentos de tensión sorprendentes, de gran belleza plástica. Consigue hacernos conectar con la posible y deseable existencia de otras dimensiones de la realidad. Eso resulta siempre estimulante. En eso radica su imaginativa brillantez, en hacernos creer que hay otras vidas dentro de la que aparentemente vivimos. Sin embargo, en los dos últimos capítulos (el penúltimo se titula, quizá no por casualidad: -Pero no es lo que piensas-), se dedica a borrar cuidadosamente toda la magia y fantasía en la que han vivido sus personajes y los convierte, en tan solo unas páginas, en seres corrientes, planos, normales, sin perfiles ni interés y, desde luego, nada dignos de haber protagonizado la fantástica historia que vivieron. Los desdibuja añadiéndoles capas y capas de veladuras pequeño- burguesas. Borra su pasado y empequeñece su futuro, y lo que es peor, decepciona la historia creada convirtiendo lo mágico en simplemente corriente. Todo a la mierda a cambio de nada. Me pregunto si me ha merecido la pena tan largo viaje, y me contesto que no. El cierre de esta historia es tan fallida como la de 1Q84, y no sé si es lúcida desesperanza, titubeos interesados o tan solo una lamentable ironía (que los lectores no nos merecemos). Una vez terminada la representación, el creador de las marionetas-personajes, que a estas alturas ya están abandonadas negligentemente en un rincón, las guarda en el baúl y desaparece hasta la próxima feria de las vanidades, que se parecerá demasiado a ésta. Me temo.

Pepe Fuentes ·