PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo uno: Cuzco (Perú), cuatro de febrero, lunes
XVIII
“Aunque poco me extrañaría que hubiese secretas e íntimas afinidades entre andaluces, extremeños y castellanos de un lado, y de otro lado, guaraníes quechuas y araucanos. Muy representativos me parecen aquel Almagro hijo, el mestizo, que tanto papel jugó en las primitivas guerras civiles del Perú, y aquel historiador, Garcilaso de la Vega, mestizo también como él y que narró sus hazañas. Uno y otro tan españoles como indios”. Miguel de Unamuno
Enseguida nos llegó el momento de comer y decidimos buscar un restaurante donde pudiéramos probar el Cuy, plato típico por excelencia, y a ser posible también Ceviche, y que ambas cosas fueran de calidad. Conseguimos localizar un restaurante que nos pareció que cumpliría con nuestras expectativas: se llamaba Faustina, en la calle Arequipa, 159. Nos recibió el encargado que nos ofreció comer en el patio, entre sol y sombra. Pedimos ambos platos, una ensalada y cerveza. Hombre joven, simpático y hablador. Se dedicó durante gran parte de la comida, de pie, al lado de nuestra mesa, a contarnos la historia de su familia. El nombre del restaurante, Faustina, era en honor a su abuela, la fundadora, ya fallecida. Ahora era su hija, madre de nuestro espontáneo cronista, quien lo regentaba. La comida transcurrió en un ambiente sumamente grato. Los platos estaban bien cocinados. Supimos algunas cosas de los descendientes de Faustina, una familia hecha a sí misma. El comunicativo encargado del restaurante nos habló de todos y cada uno de los miembros de su familia, e incluso nos presentó a su hermana que estaba por allí. Le agradecimos tanta confianza y amena compañía, aunque nos cansara un poco…
COROLARIO: Siempre me asombra, por incomprensible para mí, la necesidad que tienen algunas personas de hablar y hablar con desconocidos, y más aún de cuestiones personales ¡¡¡Qué le vamos a hacer!!!