PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo tres: La Paz, (Bolivia) siete de febrero, jueves
XV
“No hay sorpresas, las ciudades cambian menos de lo que parece. En cambio, tú envejeces y si no mantienes viva la curiosidad por las cosas y las gentes, si no miras y no escuchas, si no vas detrás de algún aroma apetitoso, si no estrechas manos y tiendes la tuya, si no challas cuando hay que challar, estás perdido”. Chuquiago. Miguel Sánchez-Ostiz
Volvimos al centro, Carlos se marchó y nosotros dimos un paseo sin mayores sorpresas. Cenamos en el hotel: crema y sopa de primero y de segundo trucha al horno para Naty y guiso de Llama que pedí yo por probar su carne. No me agradó: era una carne fibrosa bastante dura y seca. Después de los postres tomamos dos combinados de pisco sour boliviano. Nos acostamos a las diez dispuestos a dormir bastantes horas. No sucedió como esperaba: me desvelé hasta después de las doce y me desperté antes de las cinco, después de haber pasado una horrorosa noche de sueños tormentosos de esos en los que soy el ridículo protagonista de historias igualmente patéticas. En el sueño de esa noche actuaba un tipo que me amenazaba y perseguía con una pistola. Yo huía espantado escaleras abajo de un edificio donde me pareció, entre tanto ajetreo, que me ganaba mal la vida…poco antes de terminar en el cementerio de La Llamita perseguido por una oveja diabólica me desperté…
COROLARIO:. En La Llamita había ovejas negras desafiantes, perros desarrapados y dos mujeres cholas, sentadas en una tumba, a las que no fotografíe (respeté su intimidad). Me dio la impresión de que una despiojaba a la otra. Día intenso e irrepetible.