PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo cinco: Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa (Bolivia),
diez de febrero, domingo
IV
“Durante el día, buscamos inconscientemente las imágenes perdidas de los sueños…”. Salvador Dalí
Nada más remontar un desnivel se abrió ante nosotros una gran extensión de tierra seca, blanda, desprovista absolutamente de vegetación, con cumbres nevadas a la izquierda. Se trataba del célebre, bellísimo y misterioso desierto de Dalí. Desde la pista por la que avanzábamos, a la izquierda y a lo lejos, se divisaban, sobre una superficie gris ligeramente inclinada atravesada por un camino que se perdía, formaciones de piedra verticales, equidistantes unos cien metros unas de otras, que se adivinaban conformadas por fuerzas azarosas, inverosímiles e inmensamente bellas, surrealistas, sugestivas. Teníamos un impedimento casi insalvable que era que no estaba permitido acercarse con vehículo y las composiciones posibles se encontraban en torno a tres kilómetros. A pesar del poco tiempo del que disponíamos, no nos podíamos ir de allí sin intentar fotografiar. El cielo estaba despejado, solo algunas nubes provocaban sombras como cuchillos. Un viento ligero, sibilino y cortante, molestaba y hacía que el ambiente fuera desapacible, frío…
COROLARIO: Una sorpresa más, bella e inalcanzable. A lo largo del día se habían sucedido los encuentros inesperados y todos, fotográfica y gozosamente, habían ido apareciendo con una cadencia y ritmo in crescendo.