PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo seis: Potosí (Bolivia),
trece de febrero, miércoles
IV
“En la actualidad, cuando los mineros bolivianos cumplen treinta y cinco años de edad, ya sus pulmones se niegan a seguir trabajando: el implacable polvo de sílice impregna la piel del minero, le raja la cara y las manos, le aniquila los sentidos del olfato y el sabor, y le conquista los pulmones, los endurece y los mata”. Eduardo Galeano (Las venas abiertas de América Latina)
Según nos indicó nuestro guía, deberíamos saludar a los mineros con los que fuéramos a hablar con la fórmula quechua y darles los obsequios. No entendíamos muy bien lo que sucedía, al parecer teníamos que convertirnos en una especie de obsequiosos desconocidos que se acercaban a los sufridos mineros para reconocerles desde una generosa, atenta y olímpica posición (una especie de bienvenido Mr. Marshall doméstico). No nos gustó el papel que nos reservó Johnny, por imposición y, sobre todo, porque nuestra impostada generosidad nos colocaba en una posición conmiserativa ante unas gentes que eran soberanos de su universo. No obstante, dado que la indicación provenía de un hombre de ese mundo y nosotros no habíamos ido hasta allí para inventar nada nuevo, y como al parecer era la costumbre, accedimos e intentamos hacerlo lo mejor posible…
COROLARIO: Tuvimos la incómoda sensación de estar profanando un lugar de hombres que soportaban durante años una vida suicida y ritualizada absolutamente ajena a nuestro mundo, y además hacerlo con una puesta en escena idiota, con un saludo mal pronunciado e infames chucherías.