PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo siete: Sucre (Bolivia),
trece de febrero, miércoles
I
“No se viaja para curarse uno de sí mismo, sino para endurecerse, fortificarse, sentirse y saberse con mayor sutileza. En el extranjero, no se es nunca un extranjero para uno mismo, sino siempre el más íntimo, el más apremiante, el más pegado a su sombra”. Michel Onfray
Nuestro taxista era un hablador incansable. Hombre joven, de unos cuarenta y cinco años a lo sumo, simpático y tremendamente interesado en cuestiones, sobre todo, que tenían que ver con la situación sociopolítica mundial de ahora y a lo largo de la historia. Como a mí me gustan esos temas, enseguida prendimos una conversación interminable. Pero, más que conversación fue una especie de “lección magistral” por mi parte (gracioso, yo, que de nada sé); pero es que él sabía mucho menos aún, por ejemplo, preguntó si el imperio otomano todavía existía (había oído hablar en algún momento de él y no había conseguido ubicarlo en el tiempo y el espacio); o dónde estaba el estado Israelí, si era un estado o no y que sabían hacer bien los judíos; o si los chinos eran muchos o pocos y dónde demonios estaban. Preguntaba y preguntaba como una ametralladora. Según nos dijo, estaba encantado con nuestras respuestas y nos decía que estaba aprendiendo muchísimo, que él quería saber y saber, pero no tenía oportunidades. Eso decía. A mí no me pareció que fuera un ignorante ni mucho menos (al menos era consciente de su falta de información). Yo, tan ignorante como él, también quería saber, especialmente sobre Bolivia, y le preguntaba cuando me dejaba un resquicio en sus incesantes preguntas, y así supe lo que ya venía observando en las opiniones de la gente, desde que entramos en Bolivia: todo el mundo está ya harto de Evo Morales y, sobre todo, en guardia. Próximamente habrá elecciones y nadie quiere que sea reelegido. En los primeros años de su gobierno hizo algunas cosas positivas para el pueblo (antes estaban mucho peor), pero ya hace años que su aportación es irrelevante y solo trabaja para perpetuarse. Nuestro amigo estaba enfadado con Evo. Nos llegó a decir que si vuelve a ser elegido, probablemente se marcharía de Bolivia…
COROLARIO. Obviamente, equivocado o no, informado o no, era un hombre determinado y crítico. Eso era infinitamente más valioso en su manera de estar en el mundo que conocer datos históricos. Respetable, respetuoso y simpático, desde luego.