DIGRESIÓN SEIS (1). El desguace de las musas, de La Zaranda. Autor: Eusebio Calonge. Dirección: Paco de La Zaranda. Iluminación: Peggy Bruzual. Vestuario: Encarnación Sancho. Intérpretes: Gabino Diego, Inma Barrionuevo, María Ángeles Pérez-Muñoz, Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Enrique Bustos. Teatro Español, Madrid, ocho de junio. Me pregunté por qué los actores, al final de la representación, saludan de espaldas al público: levantan los brazos, cogidos de la mano, hacen dos o tres reverencias en la que la parte de su cuerpo más visible es el culo y luego se largan, sin más. Me pareció que eso no gustó a nadie y los aplausos fueron cortos y desconcertados ya que aparentemente ellos se desentendieron de nosotros, los espectadores. De ningún modo creo que fuera por desconsideración, sino más bien parte de lo planteado en su espectáculo. De cualquier modo, a mí me parece bien ya que al fin y al cabo los que vamos a mirar, presumiblemente, no podemos estar a la altura de la representación del dolor que ellos ofician. Pero esto solo es una banal hipótesis. “En El desguace de las musas hay auto sacramental, sainete y guiñol. Esos tipos de teatro, a través de estos personajes, han sido machacados, machacados y machacados por un monstruo y una maquinaria que ha aniquilado todo, pero hay una esperanza, que está en que el ser humano vuelva a mirar a lo humano». Paco de La Zaranda. Parten de un texto abstracto, construido a partir de la descarnada mirada a la vida y quienes la habitan, pleno de afiladas sutilezas poéticas. “El teatro es la voz del que no la tiene y a través del teatro se manifiesta lo que normalmente no se ve. Nosotros siempre hemos puesto la voz a personajes que no existen, y estos personajes del desguace se van, no dan para más, se los come la maquinaria que nos atrapa y nos aniquila a todos». Paco de La Zaranda…
6 JULIO 2019
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