9 JULIO 2019

© 2011 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2011
Localizacion
París (Francia)
Soporte de imagen
-120 ILFORD SFX 200 (100)
Fecha de diario
2019-07-09
Referencia
9151

DIECISÉIS DE ABRIL: anoche ardió Notre Dame. Lo vi en las noticias de televisión, pero dormí sin interrupciones, ni siquiera tuve pesadillas destructivas. Por la mañana, lo primero que he pensado es en lo que pienso todos los días cuando me levanto: en todas aquellas cosas que me molestarán a lo largo del día, así que me he contrariado y enfadado, como todas las mañanas. Mis dificultades vivenciales radican en que ya no quiero hacer nada que no sea no hacer nada. Luego, un buen rato después, me he acordado de Notre Dame, impresionante templo de belleza e historia mistérica y transcendente que nosotros hemos visto por fuera dos veces y en el que nunca hemos entrado (exceso de impedimentos, como por ejemplo demasiados turistas). Pero no es solo eso, sino que para disfrutar intensamente de algo hay que conocer mucho y yo de la historia de Notre Dame nunca he sabido gran cosa (ahora me he enterado de que hubo algún tipo de intervención de los templarios, por ejemplo). Controlaron el incendio a lo largo de la noche, mientras yo dormía completamente despreocupado por su suerte. Ha quedado muy dañada. He dedicado un minuto o menos a lamentarlo y luego he pensado en otra cosa sin importancia (mi especialidad). Y como yo, seguramente, más de siete mil quinientos millones de habitantes (más o menos) del planeta.  Casi todas las cosas que se dirán en torno a la catástrofe serán lamentaciones y expresiones de hondo pesar por la pérdida patrimonial y cultural de parte de un bien simbólico de la cultura occidental católica. Y hablará el Papa, cómo no, ese mediático personaje no pierde ni una sola oportunidad de pasear su «humilde, piadoso y pedagógico” verbo. Pero enseguida aparecerán los políticos con sus promesas y el dinero, el único bien de cambio verdadero y real; muy por encima de cualquier otro valor. Solo han pasado unas horas desde la extinción del incendio y ya hay gentes adineradas que han ofrecido cantidades millonarias para la restauración, sin saber aún cuánto costará. No se sabe si para redimir culpas, comprar la gloria eterna (en caso de que sean creyentes), o asesorados por sus departamentos de marketing. En todo caso las motivaciones de esas personas, casi divinas, dan igual. Lo importante es su dinero y nada más. Con esa pasta se conseguirá transformar la catástrofe en motivo de regocijo y permitirá que las gentes anónimas, las que rellenan las fotos del mundo, sigan haciendo colas para visitar la materialización de su fe, de su credulidad, o simplemente de su banal ocio. O, en el mejor de los casos, del honroso y elogiable amor por la belleza. Hará falta mucho dinero para que todo siga igual, pero lo conseguirán sobradamente y eso estará bien, muy bien. Que todo siga dentro de un orden, por Dios.

Pepe Fuentes ·