10 JULIO 2019

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Toledo, (España)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD DELTA 100
Fecha de diario
2019-07-10
Referencia
9363

EL VEINTICUATRO DE ABRIL, POR LA MAÑANA, fui al médico. Al de mi barrio, al mal conocido tradicionalmente como médico de cabecera. Antes se llamaba así, hace años, ahora no sé cómo llaman a los que recetan analgésicos y pastillas para controlar la tensión arterial o el colesterol. El mío es un tipo con cero simpatía. Hace más de veinte años que, de vez en cuando, acudo a su consulta, pero no me conoce, yo a él sí, y eso es una desigualdad entre nosotros que me deja en una posición incómoda, poco airosa. Le llamo de tú claro (por principios no llamo de usted a nadie), él a mí con un rígido usted. En un par de ocasiones, por mera casualidad, llegamos a hablar de viajes (especialmente de los suyos porque, como a todos, le gusta hablar de su libro), lo que hacía suponer que al menos nos reconoceríamos, pero no, él a mí no, desde luego. Hoy, después de saludarle al entrar con un confianzudo y desinhibido -hola- el tieso médico de cabecera me contestó con un tono circunspecto, sin mover un músculo de su adusto careto: -qué desea usted- (como si fuera la primera vez que me veía). Lo que más me apeteció contestarle es -nada, solo dejar de ver tú estúpida jeta-. Pero no lo hice, porque debo ser tan gilipollas como él. Me limité a decirle que necesitaba un volante para mi analítica anual. Tecleó el ordenador, imprimió el dichoso volante y me lo tendió, sin más. Le di las gracias y me largué. Con ese tipo no volveré a hablar de viajes nunca más, ni de nada. Ambos estamos llegando a una relación perfecta, por la ausencia total de empatía. Quizá lo que debería hacer es cambiar de médico; o no, porque debo acostumbrarme a eliminar cualquier contradictoria reminiscencia de la relaciones sociales sudorosas. Siempre he pensado que ese individuo trata a los pacientes desde una altura sideral y se le nota. Debe ser porque al ejercer en un barrio humilde, piensa que no estamos a la altura de sus estudios y posición en el mundo. Puede que tenga razón, porque en la sala de espera solo coincido con gente obrera sin graduación, amas de casa, inmigrantes, pobretones y una prescindible y deprimente tropa de viejos. Todos como yo mismo. Claro, tenemos un médico que no nos merecemos, un médico del futuro, tan neutro y posmoderno como un marciano, para un barrio tan tristemente avejentado y escaso. Debo acostumbrarme a estas situaciones, aparentemente antipáticas, pero que serán cada vez más habituales en el despersonalizado futuro que se nos viene encima.
PS: Mi médico del barrio es tan bueno que, cuando acudí a recoger los resultados de la analítica, en la que todo estaba estupendo, él, sagazmente, se fijó en que, inexplicablemente, la hemoglobina estaba alta, pero enseguida intuyó que la causa podría ser que hubiera realizado un viaje de altitud recientemente. Se lo confirmé y se sintió muy orgulloso de su perspicacia. Esa era la explicación. Genial mi médico de cabecera, ya lo creo.

Pepe Fuentes ·