UN CUENTECITO SOBRE LA MALDICIÓN DEL DESORDEN POLÍTICO, los debates: “Se impone que desaparezcan los cabecillas de partido. Todo cabecilla es un lobo, un lobo hambriento que necesita para vivir cierto número de gallinas y corderos”. Henrik Ibsen. Los líderes de los partidos llamados a gobernar han combatido agresivamente, durante unas dos horas, en dos días consecutivos. Se han esforzado en superar sus deficiencias y han mostrado una cierta esgrima y juego de piernas en algunos fugaces momentos. Unos más incisivos que otros, aunque todos cómplices de la misma pantomima. Solo hacían guantes. Algunos, hasta ocurrentes en algún momento. Lo que pasa es que, oyéndolos, percibes que su argumentario es una inacabable sarta de mentiras. Falacias orientadas hacia el engaño a cambio de poder. Tan rudimentario todo. Prometen con todo descaro una serie de beneficios y utópicas mejoras que saben que jamás podrían pagar. Como si los electores fuéramos idiotas, que a lo mejor sí. Los españoles somos una frustrante aglomeración de seres contradictorios, dados a autolesionarnos con una emocionalidad furibunda, súbita, desinformada e ignorante. Llevamos siglos demostrándolo. Padecemos una incultura oceánica, lo que nos coloca como víctimas propiciatorias de la más grosera manipulación (léase, por ejemplo, el ridículo juego de palabras: políticos presos por presos políticos). Eso es gravísimo porque condiciona funestamente el mínimo e imprescindible sentido del orden y el raciocinio. Los políticos tergiversan el significado de las palabras que constituyen la piedra roseta de la convivencia política (libertad, democracia, progresismo, justicia, fascismo, unidad, nacionalismo, diálogo, golpismo, constitución…). A partir de esas aciagas circunstancias todo se desbarata, y el espacio y convenciones para el mínimo entendimiento se perturba y contamina. Oyendo a los “líderes” es inevitable sentir decepción y tristeza al saber que no sabrán dirigir nuestros atribulados pasos como país del primer mundo que deberíamos ser. “La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrompida, por la elección hecha merced a una mayoría incompetente”. George Bernard Shaw…
13 JULIO 2019
© 2012 pepe fuentes