VEINTE DE JUNIO: a vueltas con las cosas de la ciudad II. Sí, nuestro propósito era visitar la exposición de la Colección Roberto Polo de arte moderno o contemporáneo (no sé muy bien la diferencia, si es que la hay). Sobre el contenido de la muestra me sentía expectante. Parecía muy prometedora a partir de una entrevista que escuché en radio a los responsables culturales del centro (gente de la política de los que no recuerdo su nombre y cargo) y al propio Roberto Polo (coleccionista de origen cubano) de fama mundial, al parecer. Me agradó lo que dijeron todos y Polo me pareció un hombre sensato en el discurso y apasionado en sus propósitos. Además, hace muchísimo tiempo que sentía una gran curiosidad sobre la configuración interior del espacio monumental de Santa Fe (llevaba muchos años cerrado). El enclave se remonta a épocas prehistóricas y luego, a lo largo de siglos, fue ocupado por romanos, visigodos y árabes (conserva parte de la muralla de la ciudadela islámica del siglo X). Posteriormente, intervinieron sucesivos reyes cristianos, cediendo el conjunto a órdenes monásticas. A lo largo de los últimos siglos se construyó la Iglesia de Santiago y dependencias monacales, todo ello bajo el estilo católico imperante en cada época. Ya en el siglo veinte, durante cuarenta años (1943-1973), el edificio fue colegio de las Ursulinas. La relación que tuve en mi adolescencia con ese edificio y colegio fue acomplejada ya que iban las hijas de la burguesía de la ciudad (niñas bien) absolutamente inaccesibles para mí. Después, fue adquirido por el estado para la ampliación del Museo de Santa Cruz. Me produjo una enorme y gratísima satisfacción: magníficos espacios expositivos que se distribuyen en dos plantas y, al fondo, los patios en los que se despliegan los claustros porticados norte y sur. Salas amplias, diáfanas, luminosas, contrapunteadas con detalles de arquitectura árabe, mudéjar, barroco, monacal. En fin, un prodigio de rehabilitación con fines expositivos y museísticos…
22 AGOSTO 2019
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