17 NOVIEMBRE 2019

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Teatro Figaro, Madrid (España)
Soporte de imagen
-DIGITAL-
Fecha de diario
2019-11-17
Referencia
8876

DIGRESIÓN SEIS. Parque Lezama. Traducción, adaptación y dirección: Juan José Campanella. Intérpretes: Luis Brandoni, Eduardo Blanco, Ana Belén Beas, José Emilio Vera, Martín Gervasoni, Luz Cipriota, Santiago Linari. Teatro Figaro, Madrid, once de Octubre. La obra procede de la de Herb Gardner, “I’m Not Rappaport”, que Campanella vio en Broadway en 1985. Quedó fascinado, la tradujo y adaptó a la vida argentina. La estrenó en 2013, obteniendo un clamoroso éxito. Ahora lo ha sido en España, y había que verla, por supuesto. En el argumento, más allá de los pasajes de brillante comicidad, habita una historia impregnada de una cierta melancolía emotiva y sensible que narra el ocaso de dos hombres corrientes, de extracción humilde, que han sido trabajadores toda su vida. Colocados en un banco al sol (destino final de todos), la vejez igualitaria los sitúa en la más auténtica versión de ellos mismos, en el lugar que verdaderamente les corresponde. León, ha sido un hombre original e imaginativo, luchador desde una trasnochada militancia comunista; mientras, Antonio, ha llevado una vida de hombre temeroso, conformista, sumiso incluso: atado a un trabajo irrelevante, aunque con un alma grande sepultada bajo toneladas de miedo. León siempre ha necesitado fabular para dotar a su vida de una textura que sus circunstancias vitales no le permitían, y ahora, cuando ya está fuera de todos los juegos vivenciales posibles, es cuando más necesita de esa endiablada capacidad de crear otros mundos con su imaginación, con sus palabras. Por el contrario, Antonio, solo necesita vivir tranquilo, detesta las mentiras de León pero, secretamente, parece admirarle. Ambos se quieren y se necesitan. A lo largo de dos horas, autor, adaptador e intérpretes, nos ofrecen un maravilloso destilado de la vida de dos seres valiosos, grandes, cada uno a su modo. Obra entrañable, divertida, melancólica, tierna, que mira omnicomprensivamente hacia la vejez y el acabamiento. En todo momento funciona estupendamente: quizá algo morosa en la primera parte pero, en la segunda, crece y crece a buen ritmo para terminar con una vuelta de tuerca inesperada (o no tanto), que hace que el final sea brillante, apoteósico. Los actores de los personajes principales: León (Luis Brandoni) y Antonio (Eduardo Blanco), memorables ambos. Hay una excepcionalidad en cada uno de ellos, me parece: Luis Brandoni, tiene setenta y nueve años y sostiene su difícil papel con el vigor y la potencia de un hombre de treinta años menos y, Eduardo Blanco, de sesenta y uno, mantiene durante más de dos horas una interpretación extrema de anciano de más de ochenta, balbuciente, temblequeante, encogido, casi impedido, dotando al personaje de una absoluta y brillante credibilidad teatral. Aparte del indudable interés de la obra, consiguen que se sostenga sobre sus prodigiosas interpretaciones. El público se mostró inmensamente agradecido por dos horas de teatro sublime, espléndido. Les tributamos una interminable y merecidísima ovación.

Pepe Fuentes ·