VIAJE A MÉXICO, Julio 2019
Prolegómenos II:
jueves once, por la tarde noche.
Salimos hacia la terminal cuatro del aeropuerto de Madrid a las siete de la tarde.
Pasamos los ineludibles y molestos controles de siempre y esperamos. Embarcamos a las doce menos cuarto.
A mi estado de ánimo le faltaba el punto de ilusión e inquietud del inicio de un viaje a un país lejano y desconocido.
Echaba de menos esos momentos de excitación de las excursiones escolares o los viajes de juventud, ya perdidos para siempre.
Por el contrario, la sensación era un tanto escéptica y cansada lo que me hacía preguntarme si todavía era necesario ir hasta tan lejos, seguramente para nada.
No hice caso a la pregunta.
A las doce y cuarto el comandante informó que el avión tenía una avería en una puerta y que llamarían a un mecánico para conseguir que la puerta cerrara herméticamente !!!No empezábamos bien!!!
A las doce y media el avión seguía varado, con la puerta averiada.
Imaginé al mecánico forcejeando con llaves y martillos y sentí miedo.
Me preguntaba si no estaríamos a punto de iniciar el último vuelo de nuestras vidas: la puerta cayendo al mar, la cabina despresurizándose y precipitándonos todos al inmenso y tenebroso atlántico –qué manera tan estúpida y dramática de acabar- me dije…