VIAJE A MÉXICO, Julio 2019
México DF:
viernes doce, por la mañana. Visita a la exposición de Graciela Iturbide y VI
No sabía nada de la vida de Graciela, pero estoy seguro de que es y ha sido siempre una mujer plena, arrolladora, feliz (sería difícil realizar una obra como la suya desde el desaliento).
Probablemente, todo radique en encontrar el don propio. Algunos lo encuentran, otros nunca.
Antes de salir del hotel reflexionaba sobre la imposibilidad de la fotografía como lenguaje propio capaz de ofrecer unas posibilidades expresivas potentes y singulares, así como significar al propio fotógrafo.
Cuando salí de la exposición todas mis dudas y mis escépticas reflexiones se habían disipado, al menos en ese preciso instante.
Lo que por la mañana me resultaba casi imposible, o al menos improbable, después de la exposición de Graciela no solo me pareció posible, sino, también, deseable y excitante.
Iturbide y su excelsa obra se situaban arrebatadamente en el centro mismo de una esencia fotográfica clásica, no solo por los soportes sino especialmente por su mirada y manera de entender los contenidos que son propios al discurso fotográfico analógico.
Probablemente fue una de las mejores exposiciones fotográficas que he visto nunca.
Salimos encantados y felices y con ganas de fotografiar.
Continuaré con la crónica del viaje en otro momento…