DIGRESIÓN UNA. Peppermint Frappé. España (1967). Guion: Carlos Saura, Rafael Azcona y Angelino Fons. Dirección: Carlos Saura. Fotografía: Luis Cuadrado. Música: Luis de Pablo. Intérpretes: Geraldine Chaplin, José Luis López Vázquez, Alfredo Mayo, Emiliano Redondo, Ana María Custodio, Fernando Sánchez Polack, Pedro Luis Lozano. Una noche de Octubre, recorriendo la parrilla de cine español de una cadena, me tropecé con esta película. Tenía un vago recuerdo de hace ya muchos años. No me resistí a la tentación de verla nuevamente. Las obsesiones de Saura y sus guionistas de aquella época están ahí, en estado puro y embrionario; es la primera obra en la que focaliza la brutal represión sexual de la postguerra que se prolongó hasta la década de los setenta. A finales de los sesenta, el franquismo se descosía y empezaba a vislumbrarse un horizonte algo más diáfano. La historia se desarrolla en Cuenca, pequeña capital de provincia de gran belleza pero infectada con la ominosa represión con la que el nacionalcatolicismo contaminó todo y a todos a lo largo de décadas. Los personajes: una mujer joven desdoblada en dos, una sofisticada y enigmática extranjera y una empequeñecida, reprimida y engañosa enfermera de provincia (Geraldine Chaplin, perfecta en las dos dimensiones); un médico de mediana edad atormentado por la represión y la neurosis sexual (López Vázquez, verosímil e impecable); por último, un nuevo rico gracias a dudosos negocios paletos y codiciosos (Alfredo Mayo, prepotente y gritón, como siempre). Saura no necesita más para dibujar con talento y precisión el mapa de lo que nos sucedía en aquellos aciagos años. Se sirve de cierta simbología en clave surrealista que además es un homenaje a Luis Buñuel (los tambores de Calanda, los personajes desdoblados y un cierto fetichismo). De cualquier modo, y aun gustándome mucho, esta no me parece la mejor obra de Saura de aquellos años ya que la trama se retuerce innecesariamente y se ven algunas costuras, como por ejemplo la prescindible visita al Museo de Arte Abstracto de Cuenca, quizá por alguna concesión promocional de aquel momento o por empatía familiar (Antonio Saura, su hermano, fue uno de los promotores del museo). A pesar de ser una película primeriza, está resuelta con brillantez e interés, especialmente gracias a las grandes interpretaciones de Geraldine y López Vázquez. Seguiré buscando en las parrillas de las cadenas el cine setentero de Saura (el de décadas posteriores apenas me interesa), que ahora me parece espléndido y que para mí no ha envejecido, a pesar de que creo que nadie defendería algo así.
1 DICIEMBRE 2019
© 2010 pepe fuentes