DIGRESIÓN DIEZ. La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa (2000). Ebook: Editorial Penguin Random House (2016). Dice Vargas Llosa: “El género novelesco no ha nacido para contar verdades, éstas, al pasar a la ficción, se vuelven siempre mentiras”. Esta cita, aun siendo asumible, no termino de suscribirla del todo, sencillamente porque, en el caso de esta soberbia novela, los personajes de ficción Urania Cabral y su padre Agustín contribuyen a sostener la aterradora verdad de la trayectoria política y personal del ominoso personaje Rafael Leónidas Trujillo Molina, El Chivo. La novela contextualiza los años (1930-1961) de dictadura de este odioso individuo. Construida en tres líneas argumentales: las acciones del propio Trujillo y su familia; las circunstancias y tribulaciones personales de los conspiradores en el asesinato de El Chivo; y, finalmente, la vida de Urania Cabral y su padre, personajes ficticios pero no completamente ya que son parte de una recreación más que probable del entorno y modos de proceder del cruel y pervertido dictador. Con una narración intensa en la mezcla de personajes y tempos, Vargas Llosa consigue que los lectores conozcamos cabalmente los atroces avatares de una República Dominicana completamente gangrenada e infectada por la inmoralidad y la corrupción que instauró este nefando ser. Este despliegue argumental permite tener una visión en perspectiva, no solo de la situación de la República Dominicana hacia mediados del siglo XX, sino también de los paradigmas con los que se movían los resortes de poder, generalmente en las dictaduras de Latinoamérica y, especialmente, en el Caribe. Horroriza que sucedieran los hechos narrados, tan crueles, tan primarios, tan brutales, impunemente y durante décadas. Para mí, esta novela conjuga la ficción (mentira) con la verdad aplastante e incontrovertible; no solo por los hechos históricos contrastados que maneja, sino porque consigue, con su inmenso talento literario, hacer palpable lo que es y lo que tal vez no (tramos ficcionales). Esta alquimia tiene su efecto a partir de esta conmovedora epifanía literaria que, mediante un lenguaje matizado y perfectamente articulado en la construcción de los tempos y la dosificación de la acción, hace que cabalgues en la historia sin respirar siquiera, completamente absorto, hipnotizado. La tensión dramática crece y crece hasta llegar al último capítulo en el que la lectura te corta la respiración y te deja en un estado de conmoción y asombro no solo por lo contado, sino por la asombrosa perfección en la que está narrado. Vuelvo a la cita del inicio para reafirmarme en que, a pesar de lo que dice el autor, la literatura puede crear incontrovertibles verdades.
11 DICIEMBRE 2019
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