VIAJE A MÉXICO, Julio 2019
Teotihuacán III:
domingo catorce, por la mañana
Me gustó bastante ese brillante individuo que hablaba como un conferenciante y que era capaz de mezclar las más inverosímiles teorías con las más persuasivas técnicas de venta.
No obstante, mientras escuchaba con interés al sorprendente y talentoso vendedor, no le quitaba ojo a las muchas esculturas de considerable tamaño que había repartidas por la explanada donde nos encontrábamos.
No paré de alimentar el deseo de dedicar un rato a fotografiarlas.
Eran esculturas de dioses y héroes prehispánicos de gran fuerza y aparatosa belleza.
Llegó el momento de la verdad: entrar en la tienda a comprar artesanía, pero yo solo tenía en la cabeza las posibles fotografías que deseaba realizar. Alocadamente, y para terminar pronto, elegimos algunas cosas que verdaderamente nos gustaban y salí corriendo a coger el equipo para fotografiar.
Me desentendí de la cuenta y como Naty no suele regatear (yo tampoco suelo hacerlo) cuando volví me encontré que casi nos habíamos arruinado.
Si un deseo fotográfico me acucia, soy capaz de tomar las peores decisiones, y hasta correr todo tipo de peligrosos riesgos.
Lamenté tanta irresponsabilidad por mi parte…