VIAJE A MÉXICO, Julio 2019
Teotihuacán V:
domingo catorce, por la mañana
“El yo acaba siendo, aparte de inaceptablemente filosófico, muy pesado desde el punto de vista cotidiano. Creo que puede hacerse una división entre los que ven el yo a través del mundo y los que ven el mundo a través del yo. Cada vez me interesan más los primeros y me aburren más los segundos. Es curioso: a medida que se enriquece el mundo, se desnuda el yo”. Rafael Argullol
La reflexión de Argullol es precisa, exacta, acertada. Tiene razón en su elección. Pienso lo mismo pero, lamentablemente, creo encontrarme en el lado equivocado: veo el mundo a través del yo (él no dice en qué lado está, aunque sí lo insinúe).
Nada más llegar a la ciudad, sentí una creciente excitación estética y vital; la grandiosidad y belleza de los restos de la remota e inmensa ciudad me provocaron un exultante entusiasmo y unas imperiosas ganas de fotografiar, aunque solo fueran fotografías descriptivas y banalmente turísticas.
Daba lo mismo, porque me sentía feliz allí.
Una gran avenida de un kilómetro de largo y cien metros de ancho jalonada de restos de edificios y de una especie de graderíos o escaleras iba desde la Pirámide de la Luna hasta las inmediaciones de la pirámide del Sol y continuaba hacia el fondo…