30 ENERO 2020

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Teotihuacan (México)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD DELTA 400
Fecha de diario
2020-01-30
Referencia
9555

VIAJE A MÉXICO, Julio 2019
Apéndice VI:
Textos (varios autores) sobre el contexto y época en el que
Hernán Cortés llegó a Tenochtitlán

“Contrariamente a lo que afirma De las Casas, los indios no son buenos salvajes que viven en paz antes de la llegada de los colonos malvados; tanto entre los primeros como entre los segundos hay buenas y malas personas. Cuando Cortés llega a México o Pizarro llega a Perú, sólo pueden progresar con la ayuda de indios sometidos por otros indios que encuentran así la ocasión de vengarse. Entre los autóctonos, las etnias dominantes someten a otros grupos y los reducen a la esclavitud. De esas poblaciones sometidas eligen a los que habrán de construir las inmensas pirámides y luego los sacrifican. Una vez terminados los trabajos del gran templo de Tenochtitlán en México, los aztecas ofrecieron un gigantesco holocausto a los dioses: algunos hablan de 80.400 víctimas inmoladas en cuatro días. Aunque la cifra sea exagerada y pueda corresponder al total de víctimas de ese enclave durante todo el periodo, hubo ciertamente decenas de miles de asesinatos rituales.
El rito de los sacrificios humanos es terrible: un estruendo de música de tambores y timbales, caracolas y silbatos, que se oyen en varios kilómetros a la redonda; los condenados están encadenados y llevan puestas cofias de plumas multicolores; el ascenso a la cima de la pirámide llega a los 60 metros en la meseta superior, unos bailarines danzan en honor a los dioses; la víctima se tumba sobre la piedra del sacrificio; el oficiante abre el tórax con un gran cuchillo de sílex y le extrae el corazón aún latiente para tenderlo hacia el cielo a manera de ofrenda; los ayudantes dan patadas al cuerpo para que caiga rodando por los peldaños hasta el pie de la pirámide; cuando llega a la base, lo esperan otros oficiantes, que lo despedazan separando la cabeza y miembros del tronco; luego le arrancan la piel del rostro, con la barba incluida, y después de teñir una y otra las reservan para utilizarlos en próximas ceremonias; sigue a esto un banquete caníbal de carne humana con salsa de pimientos; los restos del festín que no consumen los humanos, pies y entrañas, se arrojan a los jaguares y pumas que se hayan encerrados en jaulas”.
Decadencia, Michel Onfray

Pepe Fuentes ·