LA PENÚLTIMA VEZ QUE ME ADENTRO EN EL CUARTO OSCURO I
“En primer lugar, hay que escribir, naturalmente. Luego, hay que seguir escribiendo. Incluso cuando no le interese a nadie, incluso cuando tenemos la impresión de que nunca interesará a nadie. Incluso cuando los manuscritos se acumulen en los cajones y los olvidemos para escribir otros”. Agota Kristof
Cuando escribo estas notas llevo casi dos meses habitando la cámara oscura (mortuoria); o tal vez, por la sideral distancia espacial que hay entre esa laboriosa técnica y la realidad fotográfica actual, sería como entrar en la cámara de Tutankamón a través de un pertinaz e irreal túnel del tiempo.
En ésta porfiada obstinación es donde radica mi estupidez y mi grandeza, todo a la vez y al mismo tiempo (bueno, grandeza un poquito menos).
Intentaré explicarme (para mi consuelo): una vez elegido el soporte analógico como material, técnica y estilo de toma fotográfica (por distintas circunstancias de las que ahora no me toca hablar), no queda otro remedio que copiar en papeles baritados revelados y fijados con químicos (aunque ahora haya técnicas mixtas que utilizan ambos soportes, pero que yo todavía no sé en qué consisten). Es el único modo de dar sentido real, palpable y coherente a la elección, origen de todo el descomunal derroche de energías y dinero.
El día que no esté dispuesto a asumir el titánico esfuerzo que supone positivar, solo tendré dos opciones si necesito seguir fotografiando: pasarme al soporte digital (ahora dudo mucho que lo haga), o abandonar este lenguaje como manía o pretendido afán de transcender…
PS. Negativo: 120 mm. Tamaño 18,5*23,2 cm. Papel: Ilford Multigrado Baritado. Virada al Cloruro de Oro.