LA PENÚLTIMA VEZ QUE ME ADENTRO EN EL CUARTO OSCURO IV.
“Una decadencia que no se comprende pierde su poesía en el ridículo”. E. Cioran
Necesitamos convencernos de que nuestras obsesiones son verdad y es entonces cuando enloquecemos, irremisiblemente.
La pregunta: ¿es ridícula la locura? Me parece que no, todo lo contrario, es digna y épica y hasta poética.
Me da por pensar que, a fin de cuentas, todo lenguaje creativo que tiene su origen en el proceso de interpretación de lo visto y vivido, y la fotografía atiende por excelencia a esas necesidades, precisa de un tempo de elaboración y sedimentación mínimo, como la poesía, la literatura, la pintura, la escultura, y también la música.
El caso es que cuando decido tomar una fotografía, especialmente las que obedecen a un guion previo, previsualizo la imagen como una copia final de cuarto oscuro. Luego, pasa el tiempo necesario de maduración.
Otra opción no me motiva, independientemente de que la pase por la cámara Tutankamón o no.
Es el proceso analógico y la copia en cartón baritado el que da sentido a todo mi anhelo de recrear fotográficamente lo ya creado: la reproductibilidad naturalista, tan limitada y antigua (previa al romanticismo, e incluso al barroco, diría).
La decadencia, muy probablemente y sin darme cuenta ya que nunca he vivido el esplendor, me ha llegado por un exceso de entusiastas e infortunados intentos.
No obstante, todavía necesito ahondar en esa galopante decadencia para salvarme durante un rato más, aunque sólo sea por la vía del exceso de fracaso que no de exitoso talento.
PS. Negativo: 120 mm. Tamaño 18.5*23,2 cm. Papel: Ilford Multigrado Baritado. Virada al Cloruro de Oro.