DIGRESIÓN OCHO. The Weather Man (El hombre del tiempo). EE.UU. (2005). Guion: Steve Conrad. Dirección: Gore Verbinski. Intérpretes: Nicolas Cage, Michael Caine, Hope Davis, Gemmenne de la Peña, Nicholas Hoult, Michael Rispoli, Gil Bellows, Judith McConnell, Chris Marrs.
Esta historia se construye y sostiene a partir de dos texturas perfectamente expuestas: la expresión e interpretación de Cage, y los perfiles y geografía urbana de Chicago. El protagonista: un popular presentador de información climatológica, que nada sabe de meteorología pero que ha conseguido conectar con el público, aunque eso no evite que le arrojen todo tipo de alimentos desde los coches y que además acierten y le pongan perdido. El tipo causa risa pero no acierto a saber por qué. Su vida es una catástrofe (como la de cualquiera), sus hijos adolescentes también lo son y su mujer, de la que está separado y enamorado, ha decidido casarse con otro. Él observa cómo su vida se descompone y naufraga sin nada a lo que aferrarse. Su padre, escritor, un hierático y sobrio personaje al que interpreta con precisión Michael Caine, observa la vida de su confuso y desastroso hijo desde una fría y prudencial distancia. Se acerca a él con prevención para que no le contaminen sus constantes meteduras de pata. No obstante, procura hacerle ver que debe concentrarse en mejorar la gestión de sus asuntos, controlar el vendaval de sus descontroladas emociones, y le instruye diciéndole que se aplique porque -las cosas de los adultos siempre son difíciles-. La historia avanza a través del durísimo invierno de Chicago, primorosamente fotografiado, con una luz tan invernal como la vida que arrastra un Nicolas Cage perfecto en su papel de individuo perdido, atónito y confuso. Inútil hasta la exasperación, siempre dispuesto a perder la dignidad a cambio de nada. Paradójica e irónicamente, el pasmado “hombre del tiempo” tiene un inexplicable éxito profesional. Por cierto, y aunque solo resulte secundario, o no tanto, en el desarrollo de la historia: celebran el funeral adelantado del padre, una fiesta social con numerosos invitados, cena, música y discursos y, naturalmente, con el condenado a una muerte inminente de protagonista absoluto. Resulta como una equívoca representación de una de las voces de Antonio Porchia: “Te entierran casi siempre, cuando no eres un muerto”. No sabía que se celebrasen esa clase de fiestas, es más, me pareció una buenísima idea, sobre todo por el sarcasmo que encierra; no sé si existen realmente o tan solo fue una brillante ocurrencia del guionista, pero debería implantarse como costumbre social frecuente (por lo del sarcasmo). Aunque sospecho que yo no asistiría a la mía en el más que improbable caso de que se convocara (por falta de quórum, claro). Excelente película que hemos visto en el primer día de confinamiento por el dichoso Coronavirus. Dados los tiempos de amenaza y cólera que estamos viviendo, quizá sería bueno que empezásemos a celebrar fiestas parecidas.
PS. Última hora del Corona: todo empeora. Creo que tendré dificultades para que Míster Brown y yo podamos acercarnos al campo cercano. Veremos.
19 MARZO 2020
© 2008 pepe fuentes