DIGRESIÓN DIEZ. Intemperie. España (2019). Guion: Pablo y Daniel Remón y Benito Zambrano (novela de Jesús Carrasco). Dirección: Benito Zambrano. Fotografía: Pau Esteve Birba. Intérpretes: Luis Tosar, Luis Callejo, Jaime López, Vicente Romero, Manolo Caro, Kandido Uranga, Mona Martínez, Miguel Flor De Lima, Yoima Valdés.
Hay géneros cinematográficos por los que siento debilidad, el western, las road movies, los thrillers, y esta película contiene dosis de todos ellos. Por si fuera poca tanta feliz confluencia, toda la historia se desarrolla en medio de la nada, bajo una luz abrumadora, cegadora, en un paisaje duro, áspero, inclemente, polvoriento. Siempre que localizo algún paisaje similar y consigo acceder y recorrerlo me siento exaltado, plenamente identificado, y no solo estéticamente, sino como si esa orografía y textura se acomodara armoniosa e intensamente a mi manera de percibir y sentir la naturaleza y el paisaje. Vi la película en un estado de interés y excitación constante porque la historia era intensa y emocionante, incesante en el ritmo y plena de sentido de aventura. Como en todo western que se precie, había buenos y malos, y la progresiva tensión que desencadenan las persecuciones implacables. Leí la novela de Jesús Carrasco, origen de esta película, en febrero de dos mil catorce, y me encantó. Entonces, escribí en este diario unos comentarios de este tenor: “Cuenta una sobrecogedora historia sobre la dureza del paisaje, la humanidad de los animales y la animalidad de los humanos. La prosa es sobria, dura, rica, matizada, poética, entendida y precisa sobre las definiciones y la cultura del campo seco…”. Mantengo esa impresión, acrecentada por la espectacularidad épica de la realización de Zambrano, la fotografía del paisaje, las sobrias y espléndidas interpretaciones y las impresionantes caracterizaciones de los actores secundarios (sus rostros parecen traídos, plenos de verosimilitud, de la época en la que está situada la historia).
PS. Última hora del Coronavirus: La catastrófica pandemia está sirviendo, entre otras tonterías diversas, para que los teóricos y sociólogos, o a quien le toque opinar y tomar decisiones (ahora y siempre son muchos), nos coloquen a los sexagenarios de más de 65 años, entre los que me encuentro, en la categoría especial de personas mayores o colectivo vulnerable, y nos reserven plaza preferente en las colas de los supermercados. Ni maldita gracia me hacen las discriminaciones positivas y esta menos. Pero claro, por muy razonable que pueda ser, tampoco me hace ni puñetera gracia que en los hospitales discriminen entre jóvenes y viejos para aplicar recursos, en detrimento de los viejos, claro. “En ninguna cosa hay mayor injusticia que en la frenética obligación de envejecer”. Gudbergur Bergsson
21 MARZO 2020
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