DIGRESIÓN CATORCE. A vida invisível de Eurídice Gusmão (La vida invisible de Eurídice Gusmão). Brasil (2019). Guion: Murilo Hauser (Novela: Martha Batalha). Dirección: Karim Aïnouz. Intérpretes: Carol Duarte, Fernanda Montenegro, Gregorio Duvivier, Cristina Pereira, Flavio Bauraqui, María Manoella, Júlia Stockler, Nikolas Antunes.
Grandísimo melodrama. La historia se desarrolla con una fatal y aciaga inexorabilidad. Para que exista una conjunción de dramáticos hechos, absolutamente desafortunados, sin respiro ni oportunidad para la tregua o la suerte, tiene que haber culpables. Y los hay. Son hombres: un padre doctrinario, fanático, incapaz de razonar de un modo sensato, humano y compasivo con las mujeres de su casa (esposa y dos hijas), y un estúpido marido, convencional, mediocre, y machista hasta la arcada. Ambos seres, repugnantes por inmorales, en ningún momento de sus miserables existencias son capaces de mostrar comprensión, respeto y lealtad hacia sus mujeres. En esta historia, lo fácil es enfadarse con esos tipos, por mezquinos, innobles y traicioneros; esa opción se da por descontado, es inmediata y demasiado obvia y sabida, por lo que es preciso centrarse en lo que hace grande esta película: una gran historia de amor y fidelidad entre dos hermanas, Guida y Eurídice, a lo largo de toda su vida. Ambas mujeres, de gran fuerza y determinación, llenan hasta el desbordamiento emocional una película que se ve con sumo interés porque está perfecta y poéticamente construida e interpretada (atención a las sublimes cartas de Guida a Eurídice, narradas en primera persona y desde una distancia insalvable). La cerrazón injusta y canalla de los valores machistas de los hombres (no se puede ser digno sin sentido de lo que es justo), las infelices circunstancias de las protagonistas femeninas, que enfrentan con fuerza y rabia, y la humilde geografía y personajes de los barrios populares de Río de Janeiro de los años cincuenta, se desarrolla con un naturalismo pleno de delicadeza y vibrante textura humana. Impregnada de un cierto fatalismo y crudeza dramática, te deja un regusto melancólico, pero agradecido por haber disfrutado con una historia sobria y respetuosamente contada.
30 MARZO 2020
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