BREVE DIARIO (de incierta e intermitente duración) DE UNA PANDEMIA UNIVERSAL CONTEMPORÁNEA XI
- Llevamos un mes y dos días confinados. A lo largo de todo este tiempo solo hemos empeorado: somos el país con mayor número de enfermos y muertos (con relación a su población), es decir, vivo en el epicentro mundial del Coronavirus. Lo más lúcido que han dicho los jefes de todos es que nos lavemos las manos.
- Hoy me he levantado tosiendo un poco, parece un resfriado pero nunca se sabe en este tortuoso infortunio. Y me lavo las manos.
- La buena noticia: parece que no estamos enfermos, ni nosotros ni nadie cercano. Y me lavo las manos.
- El país se debate en el enrarecido y opresivo ambiente que provoca el confinamiento, combinado con una política gubernamental errática e impotente, además de insoportable e insultantemente mentirosa. Y, a veces, insufriblemente estúpida y perturbada: nada menos que una ministra (la de igualdad) es capaz de hacer declaraciones como que la solución ante el virus pasa por -medidas feministas y antifascistas-. Insoportable imbecilidad. Y me lavo las manos.
- El otro día, dos noticias indignantes en prensa: en dos comunidades han presionado, respectivamente, a dos de sus vecinos (uno trabaja en un supermercado y otro en un hospital: ayudan a sobrevivir a los demás con su trabajo) para que abandonen sus casas, por miedo a contagiarse. Una vez más, la faz humana mostrando su más abominable y miserable naturaleza. Y me lavo las manos.
- Bien es verdad que, después de haber alcanzado el mayor número de infectados diarios hace dos o tres semanas, ahora la dichosa curva desciende lentamente. La de muertos también, pero siguen siendo muchos, demasiados. Y me lavo las manos.
- Nosotros, Naty y yo, estamos tranquilos, aunque con un creciente malestar que, casi imperceptiblemente, nos va ensombreciendo el estado de ánimo. Poco a poco se nos desencajan puertas y ventanas, y se abren grietas en las paredes por donde entra el aire frio, desapacible. Me temo que la percepción asfixiante irá creciendo exponencialmente. Y no, no tenemos la capacidad de adaptación que parece que tienen los pájaros enjaulados, que hasta cantan. Nosotros no cantamos, ni mucho menos. Y me lavo las manos.
- En cuanto a lo que hacemos cada día, básicamente: pasear a Míster Brown (bajo amenaza), escribir, tratar fotografías (especialmente Naty que está ordenando su impresionante archivo), leer (ahora un ensayo de Gregorio Luri y una novela de romanos de Santiago Postegillo) y, por la noche, una película y alguna serie, a ser posible de la máxima calidad (la última: Unorthodox, espléndida). Y me lavo las manos…