1 MAYO 2020

© 2016 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2016
Localizacion
Rasnov, (Rumanía)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD DELTA 3200
Fecha de diario
2020-05-01
Referencia
1488

BREVE DIARIO (de incierta e intermitente duración) DE UNA PANDEMIA UNIVERSAL CONTEMPORÁNEA XIII
“El lenguaje político -dice Orwell- está diseñado para hacer que las mentiras suenen a verdades y que sea respetable el crimen.”  Antonio Muñoz Molina
Hay un modo de comportarse en la vida que no puedo soportar, muy especialmente en el caso de los políticos: el énfasis, la retórica abultada y hueca, el disimulo, la hipocresía, el abuso de poder (de aquellos que lo ostentan) y, además, la grosera voluntad de mentir que se hace palpable e insufrible. Sí, ya lo sé, la política es el arte de mentir y hacerlo convincentemente: “…todo el estudio de los políticos se emplea en cubrirle el rostro a la mentira y que parezca verdad, disimulando el engaño y disfrazando los designios”. Saavedra Fajardo. Al parecer, en política, desde tiempo inmemorial, ética, filosófica, y moralmente, está generalmente admitida la mentira como un mal inevitable; es más, aquél político que no mienta no sirve para la tarea; ya lo dijo en 1620 Juan Antonio de Vera y Figueroa: “Mal podrán tratar bien del gobierno los que no supiesen disimular y fingir” (cita extraída de La imaginación conservadora, de Gregorio Luri). Entonces, inexorablemente, todo lo que dicen que hacen o que harán los políticos carece de sentido porque muy probablemente es y será mentira. A partir de esa premisa, ¿cómo tendríamos que situarnos los ciudadanos a los que nos gustaría que la actividad y profesionalidad política fuera un ejercicio de honestidad y transparencia? No lo sé. Dado que nada podemos hacer para cambiar el paradigma embustero de esas gentes, solo nos queda la sordera y la ceguera, o ser lúcidamente conscientes de que escucharlos es asistir a una representación, una performance inacabable, un juego que ni siquiera es teatral sino tan solo estúpido o, como en el caso de la maldita pandemia, trágico. No obstante, si atendemos a sus bocazas y farfulleos por un necesario interés informativo (dado que dicen que se ocupan de lo nuestro), sería higiénico saber que asistimos a una gran pantomima y no olvidarnos de que, todo tiempo dedicado a lo que debería ser verdad y no lo es, es tiempo perdido. ¿Qué hacer entonces? Una vez sabido que seguiremos confinados, parece sensato desentenderse de tan banales y perniciosas escenificaciones, y aprovechar el tiempo en el cultivo de otras inquietudes, intereses y remotas aficiones como, por ejemplo, la paleontología, que sin duda será más provechosa espiritualmente para la paz de nuestras atribuladas almas…

Pepe Fuentes ·