DIARIO DE REVELADO (digital) UNO, del dieciocho de Julio de dos mil veinte (sábado)
El treinta de abril, entró en mi mundo fotográfico la era digital (hace casi tres meses). La buena nueva me la trajo un mensajero, que no era precisamente un emisario de la paz. Junto con el instrumental (una cámara con objetivo), por la ventana que es el ordenador, entraron los programas de revelado, y eso sí que intuí que era la gran novedad, la madre de todas las batallas. Yo nunca los había utilizado (lo asumía Naty, gran artista del -intro- y de todo lo que toca). Ya que necesitaba reinventarme (tengo un cierto desfase de tiempo vital, con cinco años más no lo habría necesitado), decidí adentrarme en la New Age de la fotografía que, a priori, no me atraía lo suficiente como para asumir sobreactuaciones (las típicas resistencias a lo nuevo, mayores cuanto más viejo eres). En resumen, ya no podía seguir aferrándome por más tiempo a la rutina de lo sabido, que estaba precipitándome a la más previsible mediocridad (cada día hacía peores fotografías). Claro, que explorar mi particular New Age no me aseguraba mejorar mi rendimiento, pero al menos me entretendría algo más, pensaba. A priori, intuía (más bien sabía) que no sería una alegre marcha, silbando y cantando hacia anchos horizontes. Tendría que enfrentarme a un grave problema: mi inepcia y dificultad para asumir los laberínticos itinerarios de los programas digitales (no solo fotográficos, sino todos, sin excepción). Ingenuamente creí que el asunto iba del tradicional Photoshop, pero no, qué va, superado el primer obstáculo del camino (en lo básico, claro), en la siguiente cumbre me esperaba el Lightroom y, una vez remontada (en lo básico, claro), el absolutamente desconocido para mí Capture One (y a estas alturas, con mascarilla de oxígeno). Con este último, se mejora el acabado final de las imágenes y, además, es el apropiado para el tratamiento de los archivos de la nueva cámara. Las primeras pantallas de la configuración de las respectivas aplicaciones me asustaron, daban miedo. Además, me dijo Naty, que tendría que interrelacionar los tres y llevar las imágenes de un lado para otro, en una especie de tráfico diabólico (en cada uno de los programas hacer distintas cosas hasta llegar a la imagen final) …
28 JULIO 2020
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