DIARIO DE ENVEJECIMIENTO VEINTE, del dos de Octubre de dos mil veinte (6:00 P.M.)
… Todo lo que acabo de contar, que tanto se parece a una mirífica y tranquila asunción de lo que creo que es mi vida ahora, no lo sentía tan solo hace un año, o menos. No sé desde dónde ha venido la providencial transformación (antes me enfadaba tanto desolador decaimiento). Está bien y espero que dure. A ver si va a resultar que mi mejor edad vaya a ser la jodida vejez. Desde luego, a poco que lo organice todo bien, incluido, sobre todo, mi estado de ánimo, no sería raro que fuera así, sencillamente porque las edades anteriores no han valido gran cosa. Resumo, aunque este diario de envejecimiento no está cerrado ni mucho menos, que la máxima sabiduría que debo desplegar para el tiempo que viene es no esperar nada de nada, aunque sí desear que la maldita parca tarde en aparecer en lontananza.
PS. Fotografía de la serie: Lo que nunca he hecho y jamás haré: Gimnasia.
12 OCTUBRE 2020
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