13 OCTUBRE 2020

DIARIO de las otras COSAS 6.
Sábado, tres de Octubre, por la mañana:
Charlie Brown y yo salimos de casa a las ocho y media de la mañana. Los fines de semana nos permitimos una tregua en los madrugones. Llevo la super cámara. Poco a poco me voy acostumbrando a ella. Hemos superado algunos recelos, que ella expresaba tendiéndome trampas operativas (ahora, el manejo de una cámara tiene más que ver con sistemas digitales que con las técnicas fotográficas de siempre). Me acerqué, siempre precedido por Charlie, a un campo horriblemente inhóspito, repleto de aristas y asperezas de la más inclemente fealdad. En la zona hay unas casetas estúpidamente rotas por descerebrados, de los que sienten gusto en sudar rompiendo cosas. En ellas debieron ubicarse las máquinas o motores que hacían funcionar los mecanismos que regulaban un gran depósito de agua, a modo de grandísima alberca, para el riego de tierras de cultivo de los alrededores. Fotografié un mínimo-minimalista resto de la maya que recubría el depósito (foto de hoy). Hace ya tres años y medio, hice bastantes fotografías con mi vieja Mamiya (cuánto la echo de menos) de las interesantes texturas que conformaban los grandes pliegues de esa misma maya que, entonces, recubría todo el hoyo. Después de años de experiencia en fotografiar restos abandonados e inútiles (mi gran trasunto fotográfico) he aprendido que, si encuentras un punto de interés, hay que fotografiarlo en el mismo instante porque, a poco que pase algo de tiempo, se destruye. El tiempo y las gentes lo hacen desaparecer enseguida…