14 OCTUBRE 2020

DIARIO de las otras COSAS 7.
Sábado, tres de octubre, por la mañana, un poco después:
…Seguí paseando por la zona distraídamente porque, mientras caminaba, hablaba telefónicamente con mi amigo A., al que van a despedir de su trabajo, junto a sus compañeros. Su empresa ha decidido cerrar por cuestiones organizativas y llevarse la producción a Polonia. Eso le han dicho. A lo largo de casi una hora lamentamos juntos la mala noticia y situación a que le remite la decisión que han tomado por él. Se encuentra en la cincuentena avanzada y eso es una pésima circunstancia para cambiar ese trabajo por otro. En un momento de la conversación nos pusimos valientes y lo fiamos todo al empuje e ilusión que puede generar empezar algo nuevo. Sí, toda esa literatura barata que manejan los nauseabundos manuales de autoayuda, como recomenzar, reinventarse, y tonterías parecidas. Mi querido amigo y yo, en nuestro fuero interno, sabemos perfectamente que todas esas artificiosas máximas y vanos propósitos son hediondas mentiras para tontos útiles. Cualquier contratiempo laboral, práctico, económico, sanitario, afectivo, o del cualquier otro orden a partir de los cincuenta o cincuenta y cinco, supone que puedes darte por jodido, sin solución. Mientras hablaba con A., sentidamente disgustado por lo que le ha ocurrido, divisé un gran escarabajo negro que avanzaba seguro por su caminito, ajeno a los humanos contratiempos. Lo fotografié como si en la mera contemplación de la pequeña naturaleza radicara el consuelo de todo lo malo que ya nos asedia, o de lo que algún desaprensivo, o tal vez una curva cerrada del destino, está planeando para todos nosotros, los que nos aproximamos a la provecta edad…