DIARIO DE REVELADO (digital) VEINTISIETE, del uno de noviembre de dos mil veinte (domingo).
Mi firme e indubitada sensación de fracaso fotográfico no es óbice para que siga y siga manoseando la difunta (obra fotográfica), intentando maquillarla para que presente un buen aspecto en el ataúd frente a un velatorio vacío. ¿Qué podría hacer si no? Después de todo, debo ser compasivo con ella, porque ella sola ha sido capaz de consolarme a lo largo de muchos años. Me aterra imaginar cómo habría sido mi vida sin mis fotografías. Ha sido de lo mejor que he conseguido a lo largo de mi errática e inconsistente vida. Aunque hayamos fracasado juntos (ella como mi hija, putativa tal vez), al menos hemos ido sobreviviendo ocupados y, aunque sin gloria (a pesar de que algunas de mis fotografías se merecen al menos un tibio aplauso), sí con la dignidad de un esfuerzo generoso y honesto por mi parte, o al menos eso quiero pensar. Ellas no han tenido la culpa de mi escaso talento. Por eso, ahora, me esfuerzo en hacerles un traje nuevo (New Age fotográfica) para que luzcan con un look más actual, más moderno y diverso, aunque solo sea para desfilar en Halloween, o en el día de difuntos de aquí…
La fotografía (de las series de retratos en la India): Perro mutilado en Udaipur. Siempre he sido sensible, con mis viejas cámaras entre mis manos, a cualquier metáfora de sufrimiento, de fracaso o de infortunio, como la de este perro que perdió una pata, con dolor, seguro; he procurado fotografiar esos motivos afectuosamente, como un trasunto propio.
12 NOVIEMBRE 2020
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