EL MAPA DE LOS DÍAS
67. Martes III (29 de Junio de 2021)
… Unos años después, en mí década de los veinte, fui a jugar al tenis con frecuencia en ese Camping (contaba con cinco o seis pistas): jugué durante al menos seis o siete años y no conseguí ganar nunca. Lo que acabo de decir no es un recurso literario, juro por todos los Dioses del Olimpo que es la puñetera verdad. Dice Emmanuel Carrere en Yoga (soberbia obra): “… alguien como yo, que no escribe ficción sino textos autobiográficos cuya primera regla es no mentir, alguien para quien la literatura es ante todo el lugar donde no se miente…”. Debo haber sido el mayor perdedor de este deporte en toda su historia y de todo el mundo. Cualquiera pudo espetarme que por qué insistía, enfermizamente, en hacer algo que se me daba rematadamente mal. Nadie me dijo nada entonces. Seguí y seguí jugando porque me gustaba y me había acostumbrado a perder. Rivales no me faltaban porque mis derrotas reforzaban su ego. Todos contentos, menos yo, claro. Si la pregunta me la hicieran ahora, contestaría que el tenis fue como todo lo demás; llevo más de sesenta años viviendo y perdiendo incesantemente en todo lo que hago contrastándome con los demás. Esa debe ser la causa por la que los otros me gustan tan poco. Si hubiera ganado algunos partidos habría sido como los demás, normal, y entonces no sería quien soy, circunstancia que no me habría gustado nada… En Yoga, que mencioné más arriba, un personaje dice a otro: “…perder es la mejor manera de ganar”, pero no me lo creo…
La Fotografía: Una de las pistas de tenis en las que yo me dejaba el alma perdiendo, porque eso sí, lo daba todo (lo mismo que ahora fotografiando) y soñaba con que algún día ganaría, y así pasaron años y años, y no, no gané nunca. En la última fase de mi vida de tenista aficionado y perdedor decidí buscarme contrincantes más asequibles y propicios para mi incompetencia, y nada, ni por esas. Estaba claro que la causa no era la falta de habilidades técnicas (tampoco era tan malo en ese aspecto) sino una cuestión de carácter y de mi Ser, o, dicho de otro modo, los perdedores lo somos de nacimiento y para siempre. Supongo que tengo un tipo de talento prodigioso y absoluto que poca gente llega a tener con tal pureza. En cuanto a mi vida de tenista, la mantuve mucho tiempo hasta que me cansé de perder y perder y lo dejé.