EL MAPA DE LOS DÍAS
69. Martes y V (29 de Junio de 2021)
A la vuelta nos paramos un instante en la casa de Miguel, el de las 81.000 firmas. Había construido arriates con plantas de jardín y de huerto (tomates), todas ellas muy crecidas, por lo que deduje que llevaba instalado más de un mes (o dos). A mí me gusta husmear por los rincones por donde paseo, sobre todo si llevo la cámara. Me quedé paralizado justamente en el punto desde donde realicé la fotografía de hoy. Avanzar (siempre que he ido por esa zona he llegado hasta el mismo río por si hubiera algo de interés), me habría resultado incómodo porque habría tenido la sensación de invadir un espacio privado, en este caso nada menos que el de Miguel, el de las 81.000 firmas. Pero claro, que yo sepa y hasta hace un rato, el espacio es público. Cuando reinicié la marcha me sentí absolutamente imbécil por no haber atravesado el espacio Okupado por Miguel (estamos en la época en la que los okupas son glorificados, así que hay que tener cuidado con el terreno que pisas). Supongo que, en el mejor de los casos, Miguel me habría pedido que estampara la firma 81.001, y eso tampoco me habría gustado. La razón, sencilla, es obvio que todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna pero no tenemos por qué pagársela los demás, y mucho menos bajo coerción: si no me das una vivienda Digna te okupo el espacio y evito o dificulto que lo usen los demás; me da igual que tengan derecho o no, porque mis necesidades son más importantes que las de ellos, diría cargado de razón Miguel, el de las 81.000 firmas.
Probablemente, el espacio okupado por Miguel superaba con creces los 100 m2 y entiendo que, si no le han desalojado, es que las autoridades municipales están de acuerdo en que usurpe un espacio al que tenemos derecho de transito todos los ciudadanos (no vi a nadie que se adentrara en el territorio de Miguel, a pesar de que había bastantes paseantes). Eso me remite a la siguiente pregunta, que me hago tontamente mientras camino: ¿si de pronto aparecieran en la ciudad cien o mil Migueles que okuparan todos los espacios públicos y plantaran tomates y tiendas de campaña, las “autoridades” también lo permitirían? Supongo que sí, porque si no, no entiendo el caso de Miguel, el de las 81.000 firmas, a no ser que sea un hombre con influencias.
Cuando iniciaba el regreso llegó Miguel, alegremente montado en bicicleta (un tipo bajo, escueto de carnes, mediana edad, barba y pelo largo e imagen tópica de individuo alternativo y encantado de haberse conocido).
Después, volvió por el mismo camino y me adelantó hasta llegar a una zona de terrazas a las que se accedía mediante una escalera: también suelo visitar esos rincones pero hoy, al final de la escalera, había colegas de Miguel que habían colonizado parte de la terraza con una tienda de campaña y otros compartimentos con telas. Tampoco me atreví a subir, aparte de los que había en la escalera con Miguel, a los que tendría que haber pedido permiso para que me dejaran pasar, quizá habría más durmiendo.
Es un asunto delicado porque cualquiera podría argumentar que, al tratarse de un espacio público, Miguel tiene todo el derecho del mundo a instalarse en él, tanto como yo o cualquiera a pasar. No sé cómo está escrita la ley, si es que la hay, en cuanto a la utilización de los espacios públicos, pero supongo que no es lógico que uno okupe estable y ostensiblemente (hasta las tomateras han crecido espectacularmente) el espacio de muchos. Pero, insisto, no sé, aunque si le dejan, por algo será.
Sospecho que la parte final del cuento del veintinueve de Junio es completamente irrelevante y banal. Más me valdría estar ocupándome de algún propósito artístico auténtico e interesante, pero como tan solo soy un pensador que no piensa, pasa lo que pasa, que me distraigo con cualquier tontería.
La Fotografía: El espacio reivindicativo Okupado de Miguel, el de las 81.000 firmas.