16 AGOSTO 2021

© 2021 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2021
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-DIGITAL-
Fecha de diario
2021-08-16
Referencia
9987

EL MAPA DE LOS DÍAS

75. Miércoles y II (11 de Agosto de 2021)
… A final de mañana todavía no había conseguido hablar con ningún diligente comercial. Comencé a pensar que era altamente improbable que existieran, además de que, seguramente, me iba a caer mal. Las ganas de comprar el dichoso Suv pequeño (no tengo dinero para uno grande), iban desapareciendo peligrosamente.
A estas alturas de la molesta experiencia matinal, empecé a actuar a tontas y a locas: decidí entrar en las tiendas según la disposición que tenían en la acera por la que avanzaba, estuvieran incluidas en mi guion o no (al buen tuntún).
En la que entré, un solo diligente comercial que estaba atendiendo a unas personas que habían llegado antes. Me di una vuelta entre el apelotonamiento de coches expuestos: todos flamantes, todos iguales. Decidí elegir uno yo solo, pero tuve un problema insalvable: me esforzaba en retener características y precios, pero cuando llegaba al último ya no me acordaba del primero. Lo intenté dos o tres veces más, y me pasó lo mismo: me liaba con las cilindradas, las transmisiones, tipo de combustible y ese tipo de cosas. Empecé a dudar seriamente de mi capacidad mental.
Ah, pero en una de mis revueltas, vi en una zona apartada uno grande con un cartel de grandes letras en el techo que decía -seminuevo-. Enseguida intuí que un azaroso descubrimiento como ese podría interesarme. Me dije: -claro, entre nuevo y seminuevo, a mí me es más propio lo que no es nuevo, porque viejo ya soy-.
Me acerqué al coche y enseguida sentí un pálpito amoroso, un flechazo. Me gustó ese enorme y jodido coche semiviejo negro. Y entonces, llegó el diligente comercial que, cumpliendo con mis previsiones, no me cayó especialmente bien. Me hice el tonto sin apenas esfuerzo y le dije que no tenía claro del todo lo que me interesaba. El individuo enseguida me ofreció el objeto de mi amor súbito e inesperado (de los amores posibles, los relampagueantes y azarosos son los mejores). Debió intuir que estaba tratando con un hombre que acababa de enamorarse, de un coche seminuevo.
Cerramos el trato sobre la marcha, sin dudarlo ni un momento, al menos por mi parte (él no sé, supongo que tampoco). No obstante, para sentirme responsable con mi escaso presupuesto, le pedí una rebaja a la que no accedió porque no le dio la gana. No insistí.  Es estúpido intentar negociar, pensé, cuando se te nota que te has entregado a un deseo amoroso arrebatado e irrenunciable.
Lo peor vino por la tarde, cuando hubo que probar el coche y un sistema de conducción desconocido para mí, al que el diligente comercial, llamaba -levas-. Se trata de un endiablado sistema que hace difícil lo que es fácil: conducir un coche automático de un punto a otro. Me dijo que era para ahorrar energía, luego combustible y así no agostar al planeta; sí, creo que el planteamiento era algo parecido a eso, idea con la que no me sentía  especialmente involucrado. Sentí un enorme malestar, porque, de pronto, conducía con una especie de profesor de autoescuela al lado, casi cincuenta años después. Claro, eso no contribuyó a que el diligente comercial, me cayera algo mejor, todo lo contrario: me trataba como si fuera un tarado (por algo sería, supongo).
El día estaba resultando muy intenso y asombroso: por la mañana salí de mi casa a comprar un coche Nuevo y Pequeño, y unas horas después volví, con uno Semiviejo y Grande.
No me cabe duda de que, lo que sucedió estaba escrito, a saber: que los diligentes comerciales de otras tiendas no me hicieran ni puto caso; que este coche se cruzara frente a mí y que, además, el diligente comercial de la última tienda, estuviera dispuesto a trabajar. Todo había salido a pedir de boca. Y los hados jugaron en mi equipo.
La Fotografía: Mi nuevo coche, objeto de mi incondicional amor: grande y bonito, me parece. Con personalidad, creo, porque este mismo coche, nuevo, no me habría gustado lo mismo, pero no sé por qué; aunque supongo que sería porque no habría intervenido el azar y el amor.

Pepe Fuentes ·