25 SEPTIEMBRE 2021

© 2008 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2008
Localizacion
Jose Luís y María Cruz, (Toledo, España)
Soporte de imagen
ROLLEI RETRO (50)
Copiado máximo en soporte baritado
2
Fecha de diario
2021-09-25
Referencia
3385

DIARIO ÍNTIMO (3)
Los amigos que se perdieron (2)

Viernes, diez de septiembre de dos mil veintiuno
Este caso es el colmo de la estupidez humana y la incapacidad para conducirnos con un mínimo de sensatez y buen sentido.
Con él hombre de la fotografía, JL.O.J. entablé una intensa relación en 1972, más o menos, cuando ambos éramos botones en una sucursal bancaria de nuestra pequeña ciudad (los dos habíamos entrado por enchufe, porque si No, ni eso). Es dos años más joven que yo. Vivíamos en el mismo barrio y volvíamos andando a nuestras casas (casi tres kilómetros), charlando con ganas, sobre nada que pueda recordar ahora.
Grandes afinidades no teníamos, tan solo era una cuestión circunstancial y de gran empatía y cariño.
Esa proximidad afectiva nos cundió hasta permitirnos salir a hacer cosas por ahí, como fotografiar, por ejemplo, y otras que ahora no recuerdo bien. Sin embargo, nunca salimos de chicas.
Más tarde, en 1978, entró en juego MC., su novia en ese momento y su mujer después.
Como parejas, Carmen y yo, y ellos dos, hicimos algunas excursiones por los alrededores en fines de semana, o a Madrid, además de visitarnos en nuestras respectivas casas. Todo muy convencional, pero impregnado de afecto y buena sintonía. No hubo mucho más. En realidad, comunión de espíritus no había.
Y fueron pasando los años y cada uno que pasaba avanzábamos progresivamente hacia un alejamiento inexorable.
Y así, lenta y constantemente, conseguimos abrir una distancia sideral entre nosotros y que, en torno a los primeros años dos mil, ya fue irreparable.
Además, se daba un hecho difícilmente soslayable: ya no nos entendíamos en prácticamente nada.
La última vez que nos vimos fue el día que les hice este retrato, en 2008. Preparé unas espléndidas copias en 50*60 cm, en un pulcro blanco y negro y les propuse que nos viéramos para dárselas.
Fijamos un día para ir a cenar a su casa. Dos días después recibí una llamada posponiendo la cena y sugiriendo otro momento; la desgana borboteaba en el auricular del móvil. Quedamos que ellos proponían fecha (les tocaba, habían cenado en nuestra casa cuando la sesión de toma y además les llevábamos un presente). Esa llamada no la hicieron nunca.
En la ruptura de una experiencia amistosa siempre hay alguien que tiene la iniciativa de dar ese último corte; sí, como si fuera el que cierra la puerta al salir. En este caso fueron ellos. Lo cierto es que también habría podido ser yo; pero no, los que ya no aguantaban ver más mi cara y mi rollo (y por añadidura, tampoco la de Naty), fueron ellos.
Ya está, asunto terminado. Y así, poco a poco el mundo y la vida se acaba…

Pepe Fuentes ·