MONÓLOGOS SOBRE ARTE
Capítulo dos (3): La máquina Magritte
Dieciocho de Septiembre de dos mil veintiuno, Sábado. Museo Thyssen Bornemisza, Madrid.
«…los títulos de mis cuadros los acompañan como nombres correspondientes a objetos, sin ilustrarlos ni explicarlos…» René Magritte
Títulos, como Magia Negra (figura de mujer con un horizonte de mar y cielo al fondo); El arte de la conversación (Dos hombres con abrigo y bombín, de espaldas entre nubes, una de sus obras preferida para mí); Respuesta imprevista (puerta con un hueco en el centro: “Esta puerta cerrada está no obstante abierta: una abertura permite pasar por ella como por la abertura de una puerta abierta”. Magritte); Los valores personales (objetos domésticos agigantados en una habitación); Memorias de un santo (unos cortinajes se abren al mar y al cielo, que dan acceso a una posible representación de anhelos o sueños o tal vez a una mirada trascendente); Los orígenes del lenguaje (una piedra en primer plano con un horizonte de mar y cielo con nubes); La gran familia (nubes luminosas y tranquilas dentro del gran pájaro que sobrevuela el mar en un cielo ominoso); La tumba de los luchadores, El cuarto de escucha y El aniversario (en el primero una enorme rosa constreñida en una habitación que oprime sus límites, en el segundo una manzana y en el tercero una enorme roca)… Y así, tantos y tantos títulos evocadores; y obras igualmente plenas de misterio y sugestión. “El frecuente recurso de Magritte al cambio de escala de los objetos familiares responde a una tendencia antimimética” (cartela de la exposición)
«… Los títulos […] son «convincentes» para dar nombre a los cuadros con tal de que sean exactamente adecuados. Su sentido tiene fuerza y encanto gracias a los cuadros, y éstos adquieren precisión al estar bien nombrados.» René Magritte
La Fotografía: Se parece un poco al cuadro titulado Catalejo (nubes reflejadas en las puertas de espejo de un armario), y a algunas otras. Era un concepto muy querido para Magritte, planos diferentes de espacio que se integran en un punto y crean una paradoja visual que remite a una extensión poética de la realidad. Creo que, llegados a este punto, me quedan pocas dudas de que ya en aquella época yo imitaba a Magritte; aunque en aquella época no titulara mis fotos. Más tarde, a veces, sí.