EL MAPA DE LOS DÍAS
88. Martes (28 de septiembre de 2021)
Esta semana no tengo a Charlie Brown. Ayer lunes le tocaba cambiar de casa. A las diez de la mañana, después de volver del paseo le dije que vendría Naty a por él. A partir de ahí solo tuvo ojos para la ventana desde donde la vería llegar. De vez en cuando gimoteaba porque debía pensar que se retrasaba. Cuando apareció, se abalanzó sobre ella haciéndole fiesta, se subió a su coche de un salto y ya no quiso saber nada de mí (últimamente nadie quiere saber de mí y no sé por qué).
Lo echaré de menos toda la semana.
Por la mañana decidí ir a callejear a la ciudad. Me llevé la cámara. Las calles, que recorrí caprichosamente, han seguido sin interesarme absolutamente nada. Gente indígena apenas vi, tan solo algunos turistas. Pocos.
Que inmenso aburrimiento me provoca mi dichosa ciudad, tanto que procuraré no volver en mucho tiempo. Si no me resultara tan caro, y dado que la estación de tren tan solo la tengo a cinco minutos, el paseo lo daría diariamente en el Paseo del Prado. Lo pensaré, aunque tan solo sea un día a la semana.
Por la tarde, a primera hora, leí algunos capítulos de Los vencejos, ya del tramo final.
Poco después recibí una muy mala noticia del taller donde me está reparando el coche: no lo tendrán hasta dentro de tres semanas. Tontamente, esperaba que me lo entregaran a finales de esta misma semana y me había pasado dos o tres días planeando un viaje de una semana a la provincia de Granada. A partir de esa lamentable circunstancia, ya ni viaje ni nada, aparte de seguir varado en mi casa días y días. Me deprimí un rato, pero me sobrepuse y cociné una tortilla de patatas y espárragos (mi especialidad): vino a cenar mi amigo Ángel para ver juntos el partido del Madrid, que perdimos, claro. Aprovechamos para charlar de nuestras cosas, como llevamos haciendo desde hace cuarenta años.
Un día sin pena ni gloria, como todos; bueno con algo más de pena, porque la gloria no se ha dignado en aparecer en todo el santo día.
La Fotografía: Los turistas en la ciudad. Un día como hoy, hace tan solo dos años, había muchísimos más, miles, seguro. Ahora tan solo unos poquitos y parecen bajos de tono vital, como resignados al sosísimo día que pasaran de acá para allá, viendo santos por doquier, todo el tiempo (la ciudad es inminentemente religiosa por fuera y hasta por dentro, me temo). Me deprimieron los decaídos turistas y después de hacer esta fotografía volví a mi casa.