EL MAPA DE LOS DÍAS
95. Jueves y 2 (11 de noviembre de 2021)
… Continué caminando con la intención de culminar un segundo rodeo por la circunvalación, esta vez por fuera, al otro lado del río. Aparte de caminar, único propósito de mi deambular por los mismos sitios, en esta mañana también quería fotografiar a la Virgen del Valle en la popular ermita que celebra su romería anual el uno de mayo.
Mi relación con esa fiesta popular es escasa, no así para mi madre que se pasó decenas de años yendo devotamente a rezar a la Virgen. También mi abuela. La razón: mi tío Eladio, con nueve años, según es sabido por las efemérides familiares, el mismo día de la romería, cayó de cabeza desde una piedra elevada y se la abrió en dos. Se salvó con un gran costurón desde la frente hasta la parte trasera. La devota familia de mi madre y ella misma, atribuyeron el milagro a la intercesión de la misma Virgen. Yo no lo aseguraría, pero mi tío se salvó (ahora tiene setenta y cinco años y no sé si vive o ha muerto ya). Tanto la familia de mi padre (menos), como la de mi madre, practicamos la sana costumbre de ignorarnos olímpicamente, como si no existiéramos (hace muchísimos años que ni hablo ni veo a ninguno de ellos). La única relación familiar que me queda, ajena a la mía, es mi prima Marisa. No creo que eso cambie nunca (ni falta que hace).
Paré en la ermita a fotografiar y seguí carretera abajo hacia mi casa. Llegué después de fotografiar el arroyo de siniestro nombre (de la degollada), pero esa foto la he borrado.
La Fotografía: La Virgen. No tengo ni la más remota idea de porque se me ha ocurrido fotografiarla. El día anterior, también pasé por la puerta de la Ermita (no sé por qué), bueno sí lo sé: vi entrar en al recinto a un tipo de mi edad, más menos, al que conozco de vista desde hace muchos años (en la ciudad, los viejos nos conocemos todos, más o menos). Me dije, voy a ver dónde va este tipo. Y le pillé rezando concentrada y devotamente. Me sorprendió un poco porque, culturalmente, los de mi generación inauguramos la era del escepticismo religioso, pero a ese, evidentemente, no le pilló la moda. A mí sí, me pasó por encima y yo tan contento. La Virgen estaba en una hornacina muy iluminada, bajo un cielo estrellado y azul. Me dije –mañana vengo y la fotografío-. Eso hice y la foto es la de hoy. Simplemente porque sí.