EL MAPA DE LOS DÍAS
96. Miércoles (01 de diciembre de 2021)
Hoy, Charlie Brown y yo hemos descubierto un camino nuevo para caminar. Habíamos pasado cerca muchas veces, pero no nos habíamos percatado. Todo un hallazgo y un monumento a nuestra desatención.
Fuimos lejos, hasta llegar a una casa de finca importante, con una torre almenada y todo. En ese punto decidimos volver porque en cualquier momento aparecería alguien que, indefectiblemente, nos echaría.
Parte del recorrido fui escuchando en el audible El tiempo que nos une, de Alejandro Palomas, magnífica, como toda su obra. A poco que lo intente un poquito más terminaré con todas sus publicaciones. Palomas es capaz de colocar una lupa de aumento en la vida de familias y extraer los más intensos matices y texturas emocionales de sus personajes y, además, hacerlo con una prosa de un estilo fresco, dinámico, ocurrente, plagado de matices y juegos verbales que te sitúan frente a leves pero incisivas paradojas que unas veces divierten hasta la carcajada y otras emocionan hasta las lágrimas. Casi siempre feroz, bajo un tamiz aparentemente amable. Me llama profundamente la atención en su obra, y no solo eso, me encanta como describe las actitudes de los personajes muy viejos, siempre mujeres geniales. No me pueden gustar más sus “terribles vieilles femmes” ancianas desinhibidas, lenguaraces, peligrosas y estruendosamente divertidas (me encantaría llegar a su edad con su capacidad para colocar a todo el mundo en su sitio, víctimas de la más descarnada y agresiva lucidez de ancianitas iconoclastas e irónicas. Sus abuelitas crueles, en realidad, son santas justicieras contra la estupidez humana. Por si fueran pocos los matices y colorido emocional de su paleta, cuando menos te lo esperas, surgen momentos de extrema tensión y violencia, muy matizada y apasionada, plenas de grandes verdades que hacen temblar a sus personajes y a sus lectores (por lo menos a mí sí). Volvimos a casa muy tarde, ya casi sin tiempo para nada. Por la tarde, escritura y atardecer gris y frío a mi derecha, a través del ventanal.
Ya de noche, acudió mi amigo Ángel pertrechado con una pizza, que tanto le gustan a Charlie, por lo que le hace grandes honores (lo recibe con grandes muestras de alegría, después de estar casi una hora lloriqueando de impaciencia, si yo le informado antes de que vendrá). Las visitas de Ángel suelen ser para ver juntos algún partido del Real Madrid, en este caso contra un equipo olvidable (ganamos), pero la calidad del fútbol fue infame. Charlamos con buen humor y al partido no le hicimos mucho caso, como siempre.
Día sin pena ni gloria y a esperar lo que pueda pasar mañana, que no será nada, como hoy.
La Fotografía: Charlie Brown abriendo la marcha y explorando valientemente el camino descubierto.