DIGRESIÓN SEIS. Annette. Francia (2021). Guion: Ron Mael, Russell Mael. Dirección: Leos Carax. Música: Ron Mael, Russell Mael, Sparks. Intérpretes: Adam Driver, Marion Cotillard, Simon Helberg, Dominique Dauwe, Kait Tenison, Latoya Rafaela, Rebecca Dyson-Smith, Natalia Lafourcade.
Vaya por delante que no sé porque me paré a ver una película de Leos Carax, si no me gusta en absoluto su cine (por una recomendación fiable).
Es la primera vez, que recuerde, que los guionistas son los autores de la música, claro, será porque la película es un musical (en qué estaría pensando). También es la primera vez que un monologuista de humor interpreta los monólogos menos graciosos del mundo (solo eran patosos), a no ser que formaran parte del relato de los protagonistas, pero eso no lo vi claro, solo creo que eran ridículamente pretenciosos y “artísticos”. Igualmente es la primera vez que una pareja guapísima (Driver y Cotillard), alumbran a la niña más fea del mundo, que además es de madera. Al final, la dichosa niña muta en niña de verdad, pero a mí ya me gustaba más la de madera, porque prefería que fuera una niña posible, al ser de madera, y no real.
Es una de las pocas veces que aguanto hasta el final una película que no me gusta, por aburrida, desquiciada y absurda. En ningún momento conseguí enterarme de lo que pretendían contar los guionistas y el director. Este último, siempre me ha parecido odiosamente pretencioso, y, sobre todo, tan artista, que desprecia olímpicamente a sus posibles espectadores sometiéndoles a su sentido narrativo completamente perturbado, henchido de vanidad y narcisismo.
No obstante, ya es hora de que empiece a reconocer mi notorio desconocimiento de los arcanos del mejor y más contemporáneo lenguaje cinematográfico. Debe ser verdad que las gentes, a medida que cumplimos años, nos vamos alejando de lo mejor de cada cosa que sucede en tiempo presente. Corremos y corremos (yo al menos intento hacerlo así) pero nada, ni con la lengua fuera alcanzo ni siquiera vislumbrar el culo de lo exquisitos artistas del presente. Digo esto porque en Cannes, Leos Carax, fue premiado como mejor director.
Cerrada ovación en todas las críticas, con profusión de adjetivaciones encendidas: “magnética, deslumbrante, exuberante, fascinante, mágica, desconcertante…” y así todas. Yo, evidentemente, vi otra película, porque no puedo suscribir ninguno de esos adjetivos, ni lejanamente. Sin embargo, estéticamente, me rendí ante algunos momentos, como las escenas de sexo que me parecieron naturales, intensas, originales en el planteamiento y en el desarrollo cinematográfico; y, sobre todo, a la belleza y talento de los dos protagonistas. Quizá y tan solo por eso mereció la pena que la viera.