DIARIO de las otras COSAS 23
Viernes, diecisiete de diciembre de dos mil veintiuno.
SOBRE FILOSOFÍA 1…
Hace exactamente siete meses menos diez días que no visito este apartado o capítulo de mi diario. Ha debido ser porque me he ocupado de cosas más cercanas y no de las otras, que hoy he decidido que me ocuparé, ya que me siento alejado de todo lo próximo (he bajado un poco mi supuesta intensidad cotidiana).
En realidad, solo tendría que escribir en esta sección del diario porque nada en mi vida es ya importante (antes tampoco).
En estos últimos días, en mis paseos, me he dedicado a oír a El arte de ser feliz, de Arthur Schopenhauer, para ver si así aprendía a ser feliz y no me aburría tanto estando a solas conmigo mismo. Pero nada, las fórmulas que propone el insigne filósofo eran más aburridas de lo que pudo ser él, que no parecía un hombre alegremente feliz, precisamente. Me pregunto: ¿puede teorizar alguien sobre la felicidad y encima permitirse aconsejar? No lo creo, a no ser que seas filósofo; porque ya sabemos sobre el infinito atrevimiento de algunos filósofos y de la filosofía. Es su papel en la vida.
Filosofar es atrevido y eso está muy bien: sin atrevimiento no puede haber filosofía, ni arte, y tampoco felicidad, ni nada de nada; por eso a mí me gusta tanto la filosofía, aunque nada sé de esa maravillosa actividad humana.
A medida que caminaba oyendo fórmulas para la felicidad me distraía constantemente, porque lo único que proponía el decimonónico pensador es una filosofía para que alcancen la felicidad los besugos; o, dicho de otro modo, era un tratado para la felicidad de las esfinges. Enfatiza la quietud y la prudencia (cuanto menos desees, menos dolor, más felicidad) ecuanimidad, distancia, equilibrio y bostezo. Una de las citas más utilizadas en esta obra es de Aristóteles: “El prudente no aspira al placer sino a la ausencia de dolor”. O, dicho de otro modo, serás feliz si no haces nada que pueda perturbarte, y mucho menos que pueda dolerte. Bien es verdad que el dolor físico, por no hablar del metafísico, es terrible e impide cualquier posibilidad de felicidad. Menudo negocio es la vida, entonces: alcanzar un estadio parecido al del batracio ¿quién quiere eso? Mucho me temo, en cierto modo, que yo mismo, pero algo no funciona bien en esa fórmula, no sé exactamente qué, pero a mí algo no me va bien así.
La Fotografía: Esta especie de pizarra para la expresión espontánea y democrática de la gente se encontraba en una exposición sobre el cuerpo humano. La propuesta era algo así como: -expresa lo que te gustaría hacer antes de morir y que no has hecho todavía- Sí no era esa la invitación, era muy parecida. La gente aceptaba la propuesta con ganas (yo no, claro). Uno de los grafitis decía: Quiero ser. Quien escribió eso seguro que era joven (según pude observar todos los que escribían lo eran). No especificaba qué quería ser, quizá todavía no lo tenía claro, pero dicho así, escuetamente, parece que lo que quería es ser Todo. Ojalá tenga suerte en su inconmensurable y cándida pretensión.